Un sentimiento, una causa, un problema. Salir de la caverna, no solo para encontrarse con la realidad material, sino que también para abrirse y compartir momentos frente a un mundo cada vez más grande.

NOTA: Algunas palabras terminarán con la vocal U para igualar a lus humanus.

Las relaciones humanas son algo que apenas se nos incorpora al momento de nacer. En este texto, existen dos clases de sujetos en la vida de un humano: los predecibles y los impredecibles. Se habla de los primeros refiriéndose a la familia, principal “institución” social que adquirimos en el sistema capitalista. Madres, padres, abuelos, tíos, hijos, nietos y demás son generadores de estabilidad/desestabilidad emocional. Al ser humanos, como sabemos, nos nutrimos de sentimientos que caracterizan la manera de afrontar las decisiones y de pensamientos que acompañan al rumbo de vida. Este rumbo, ¿es colectivo o solitario?
Definitivamente la vida es propia e individual. Solo nosotrus podemos sentir y experimentar sentidos propios que generan distintas impresiones. El personalismo se caracteriza por la persona y su ímpetu. Todus somos personalistas. Todus buscamos bienestar, felicidad, estabilidad económica, amor y poder dormir bien por las noches. Ahora, estas ambiciones personales no son posibles sin la relación con otras personas. ¿Se puede estar enamorado del amor? Quizá sí, pero antes debió haber alguien que te lo haya generado. ¿Qué sucede cuando carecemos de sentimientos por la falta de relaciones sociales? Nos encontramos en una caverna, no específicamente de la que hablaba Platón, aunque podría serlo tranquilamente, pero esta caverna trata de algo más rutinario, frío, “estable”, solitario.
«Distintas miradas causan distintas impresiones»
Volviendo a las clases de sujetos, aparecen en el mundo lus “impredecibles”. Aquellas personas que por magia del destino o por “la leyenda del hilo rojo”, se instalan en la memoria de nuestro cerebro para ser recordadus como humanus que conocimos en este planeta de 7.000 millones de personas. ¿Qué pasaría si conociéramos a toda esta cantidad de gente? Parece algo imposible, pero algo que más se acerca es que parte de éstos nos conozcan a nosotros. Aquí aparece otro factor humanu: la notoriedad.
Notar es parte de la percepción. Cuando nuestras abuelas/bisabuelas les gusta ver los programas de chimento que hay en la televisión, es porque generan algo en ellas que llama la atención. Generalmente, la superficialidad es lo que tiene al ser humanu dominadu. Mismo en lus adolescentes, lo que rige hasta este 2017 son las maneras de vestirse, la edición en las fotos, la cantidad de seguidores. Cosas inexistentes hace varias décadas atrás, pero que quizá se daba de otra manera. Así es como nos podemos sentir más afines al otro. Al extraño. Al desconocido. A aquella persona que comparte otras ideologías, otras instituciones, otros gustos y por consecuencia otras miradas. ¿Para qué? Para salir de la caverna y volver a enamorarse del amor. Eso sí, las consecuencias son inimaginables en cualquier sentido.
Un sentimiento, una causa, un problema. Salir de la caverna, no solo para encontrarse con la realidad material, sino que también para abrirse y compartir momentos frente a un mundo cada vez más grande.
NOTA: Algunas palabras terminarán con la vocal U para igualar a lus humanus.
Las relaciones humanas son algo que apenas se nos incorpora al momento de nacer. En este texto, existen dos clases de sujetos en la vida de un humano: los predecibles y los impredecibles. Se habla de los primeros refiriéndose a la familia, principal “institución” social que adquirimos en el sistema capitalista. Madres, padres, abuelos, tíos, hijos, nietos y demás son generadores de estabilidad/desestabilidad emocional. Al ser humanos, como sabemos, nos nutrimos de sentimientos que caracterizan la manera de afrontar las decisiones y de pensamientos que acompañan al rumbo de vida. Este rumbo, ¿es colectivo o solitario?
Definitivamente la vida es propia e individual. Solo nosotrus podemos sentir y experimentar sentidos propios que generan distintas impresiones. El personalismo se caracteriza por la persona y su ímpetu. Todus somos personalistas. Todus buscamos bienestar, felicidad, estabilidad económica, amor y poder dormir bien por las noches. Ahora, estas ambiciones personales no son posibles sin la relación con otras personas. ¿Se puede estar enamorado del amor? Quizá sí, pero antes debió haber alguien que te lo haya generado. ¿Qué sucede cuando carecemos de sentimientos por la falta de relaciones sociales? Nos encontramos en una caverna, no específicamente de la que hablaba Platón, aunque podría serlo tranquilamente, pero esta caverna trata de algo más rutinario, frío, “estable”, solitario.
«Distintas miradas causan distintas impresiones»
Volviendo a las clases de sujetos, aparecen en el mundo lus “impredecibles”. Aquellas personas que por magia del destino o por “la leyenda del hilo rojo”, se instalan en la memoria de nuestro cerebro para ser recordadus como humanus que conocimos en este planeta de 7.000 millones de personas. ¿Qué pasaría si conociéramos a toda esta cantidad de gente? Parece algo imposible, pero algo que más se acerca es que parte de éstos nos conozcan a nosotros. Aquí aparece otro factor humanu: la notoriedad.
Notar es parte de la percepción. Cuando nuestras abuelas/bisabuelas les gusta ver los programas de chimento que hay en la televisión, es porque generan algo en ellas que llama la atención. Generalmente, la superficialidad es lo que tiene al ser humanu dominadu. Mismo en lus adolescentes, lo que rige hasta este 2017 son las maneras de vestirse, la edición en las fotos, la cantidad de seguidores. Cosas inexistentes hace varias décadas atrás, pero que quizá se daba de otra manera. Así es como nos podemos sentir más afines al otro. Al extraño. Al desconocido. A aquella persona que comparte otras ideologías, otras instituciones, otros gustos y por consecuencia otras miradas. ¿Para qué? Para salir de la caverna y volver a enamorarse del amor. Eso sí, las consecuencias son inimaginables en cualquier sentido.
DALO A CONOCER