¿Existe la muerte en vida?

Pocos son los que asumen el lado malo de la vida. Coincidimos interiormente que existen altos y bajos, pero no compartimos la miseria, la tristeza y el desamor. Por el contrario, nos gusta alardear sobre lo que nos hace felices, sobre lo que nos emociona y nos gusta. Así está hecho el mundo, a base de tristeza y pintado de felicidad.

Solo un individuo encantado podría afirmar que nunca se entristeció a lo largo de su vida. Al ser humanos, caminamos por donde debemos caminar. El destino, Dios, los Dioses, el Universo. Sea lo que sea, algo se encarga de escribir nuestro cuento. ¿O somos nosotros mismos los que lo escribimos?

Fuera quien fuera el autor, por más predestinadas que estén las cosas o no, ciertas cosas las tenemos claras. Entre ellas, la vida y la muerte. La vida es lo que padecemos y/o agradecemos todos los días, cada minuto. La muerte es la carencia de la vida. Ahora bien, ¿existe la muerte en vida?

Cuando se ve a los ojos de alguien que nada parece tener en su mente o en su corazón, cuando el cautiverio es lo único que puede contener y mantener su seguridad y libertad, cuando la falta de vida caracteriza a una persona, parece que ya podemos hablar de un muerto en vida.

Sin embargo, esto no deja de sonar contradictorio. ¿Cuál es la diferencia entre el muerto y el muerto en vida?

Muy sencilla pues: El muerto, muerto está. El otro u otra, que ha caído en la sombra del miedo, la tristeza o el dolor, sigue en condiciones para cambiar de estado. No carece de vida, sino que carece de muerte. Y para volver a vivir plenamente, otra vez, hace falta, entre otras cosas, darse cuenta que uno está vivo.