Opinión Política

La llegada de un camión blindado

En un tramo sustancial de su nota semanal, Jorge Liotti, aborda "la llegada del Panzer", Federico Sturzenegger, al gabinete de Milei. Deberá convivir con el ministro "Toto" Caputo, cuando los indicadores de empleo y producción son preocupantes.

Por Jorge Liotti (La Nación)

Imprevistamente, se filtró el ruido interno por el desembarco de Federico Sturzenegger en el gabinete, demostración de la escasa habilidad libertaria para administrar estas situaciones. Después de la traumática salida de Nicolás Posse, de haber encapsulado la grave crisis por las dificultades de Sandra Pettovello, y tras negar sin mucho detalle la salida de Diana Mondino, Javier Milei necesitaba un tiempo de sosiego en su equipo. Sin embargo, estiró el replanteo que había prometido y eso reactivó las ansiedades. La Ley Bases también implicará el punto de partida para decisiones atrasadas en el gabinete y que requieren un reseteo. La sensación por ahora es que, como ocurrió con otros presidentes, Milei prefiere en este aspecto aferrarse al minimalismo, y retocar sólo lo esencial. El problema es que no parece seguir una lógica conceptual del rediseño sino una idea táctica para resolver las urgencias. Así el organigrama se le fue desarmando y hay funciones que empiezan a diluirse. Cuando dejó su cargo Guillermo Ferraro, Infraestructura quedó subsumida en Economía. Cuando marchó Posse, lo absorbió Interior y prácticamente se licuó la Jefatura de Gabinete. Ahora deberá insertar en este esquema a Sturzenegger, pero sin desbordar otras áreas.

La llegada del economista es otra expresión de la nueva etapa que el Presidente busca relanzar, porque su tarea está destinada a ser la de las desregulaciones y la modernización. Pero la pista de aterrizaje está resbalosa; y no sólo por su relación con Luis «Toto» Caputo. En el gabinete hay actores importantes que dudan de la conveniencia de incorporar a Sturzenegger ahora, porque lo consideran un actor de mucho peso que puede descompensar las fragilidades internas. “Federico es un dogmático, pero su visión muchas veces contrasta con la realidad”, lo retrata un importante funcionario que aún recuerda la desmesura de la Ley Ómnibus original y teme un retroceso a la primera etapa más ortodoxa de la gestión.

Allí todavía ironizan con la reunión que debía tener con Milei esta semana y que por tres días seguidos quedó sin concreción. La última vez fue el 20 de junio, tras el acto por el Día de la Bandera. “Parece que a Javier le hicieron mal las medialunas que comió en el viaje desde Rosario”, comentaban en el gabinete, porque el argumento para postergar el encuentro hasta después de su gira por Europa fue un supuesto malestar estomacal del Presidente. Sturzenegger considera natural su llegada oficial al equipo y le resta importancia al cuchicheo mediático. En charlas con su entorno instala la idea de que si llegara al gabinete sería para cuestiones vinculadas con la microeconomía, sin colisionar con la macro que maneja Caputo.

Se demora la llegada del tanque

Sin embargo, la indefinición sobre su situación se prolonga, y para muchos tiene que ver con el contorno que tendrán sus funciones. “Javier lo quiere en tareas de desregulación y modernización, pero Federico también quiere tener gestión, porque entiende que si no cuenta con herramientas no puede avanzar en la desregulación”, ilustra un hombre clave del gabinete que también advierte sobre la inconveniencia de que Sturzenegger pase a tener una voz oficial si mantiene sus duras críticas contra peronistas, sindicalistas y dirigentes sociales, con los que otros sectores del Gobierno buscan conversar. Hay una dura tarea por delante en la administración de las expectativas.

A esto se agregó una versión inoportuna: desde la propia Casa Rosada se instaló la idea de que Caputo es un ministro transicional, que una vez que termine de levantar el cepo, se corre, una hipótesis que el propio Caputo desmiente en sus charlas reservadas. No fue sólo la inofensiva mención del economista Fausto Spotorno; surgió del entorno del poder. Milei, rápido y furioso, salió a proteger las partes vulnerables del ministro con la frase: “Nadie le va a tocar el culo”. La fortaleza de su gestión económica está en el equilibrio fiscal, y Caputo representa ese atributo. Ahora que lo que se discute es el sendero monetario, hay más variedad de miradas.

Algunas de ellas, piensan que hay que acelerar los próximos pasos. Quizás allí es donde pueda sentirse identificado Sturzenegger. Milei, que según lo describen sus ministros, es ansioso y demanda soluciones rápidas, también aprendió a valorar la estabilidad política y a moderar sus expectativas cuando es necesario. Esto le permite acompañar todavía el paso más cauto de Caputo. Pero sabe que ahora los meses van a empezar a correr más rápido y que la presión por resultados en términos de bienestar palpable se va a acelerar. Los indicadores de producción y de empleo empiezan a ser preocupantes. Hoy se amortiguan en parte con medidas de excepción, como las suspensiones de turno, pero no son recetas sostenibles si no hay indicadores de recuperación en los próximos meses. Y así como el discurso oficial es nítido en lo fiscal y ambiguo en lo monetario, es mudo a la hora de verbalizar una idea de reactivación económica con impacto social.

Como señala el filósofo Santiago Kovadloff, “el voto a Milei tiene la consistencia sembrada por una desesperación que viene de lejos, por las frustraciones acumuladas a lo largo de las décadas, y por lo tanto tiene capacidad de durar todavía. Pero esa misma desesperación puede llegar a resurgir si a la larga esta necesidad de cambiar no se ve metamorfoseada en la necesidad de crecer. Allí donde la esperanza no se convierte en experiencia, difícilmente puede sobrevivir la expectativa de un cambio”.

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