¿A dedo o PASO? Débil, el presidente Alberto Fernández, aún posee capacidad de daño. Y si bien había prometido que “nunca más” se iba a pelear con su Vicepresidente (la misma que lo ungió con un tuit), ahora promueve las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias, para definir al futuro candidato del peronismo. Sin hablar con ella, impulsa lanzamientos como los de Daniel Scioli y Agustín Rossi, quienes no mueven el amperímetro de los votantes, y menos sin la aquiescencia de la exmandataria.
Por el contrario, firme en la demostración de convocatoria del 25 en una Plaza de Mayo con casi medio millón de personas que la escucharon estoicas – ¿en modo despedida? -, bajo la lluvia torrencial, Cristina no tiene ningún interés en las PASO. No dio nombres. Solo señales difusas, pese a lo perentorio de la fecha de las definiciones. Dos ministros, Sergio Massa – al que todavía banca porque es pragmática, pese a ser vista como una de las puntas de la polarización -, y Eduardo “Wado” de Pedro – de “la generación diezmada” -, corren en punta, con un Axel Kicillof, por ahora atrincherado para ir por la reelección en la provincia de Buenos Aires. El titular de Economía es el de mejor relación con el embajador Marc Stanley, y podría conformarse con ir como cabeza en la lista de senadores nacionales por la provincia de Buenos Aires.
Entre quienes pregonan para que los peronistas puedan “elegir libremente”, el despechado – con buenas razones para serlo – exsuperministro de Infraestructura, Julio De Vido, sostiene – como Alberto, a quien aborrece -, que una participación democrática potenciaría las chances del peronismo. ¿Cuál de ellos?
Massa tiene dos contras, aún cuando en este momento está sólida su alianza con Máximo Kirchner. La inflación le pega en los tobillos – y eso que saca todos los días conejos de la galera y ahora va en busca de una tabla de salvación a China -, y debe dar permanentes muestras de fidelidad a Cristina. El viaje a Beijing no es obstáculo para que siga aceitando los vínculos con Estados Unidos y renegocie las condiciones del pago de la deuda externa con el FMI.
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Todo está atado con alfileres. Sin embargo, las riquezas naturales, alimentarias, energéticas y mineras de la espaciosa Argentina, siguen siendo objeto de interés manifiesto por parte de Joe Biden y XI Jinping.
Si Cristina terminase inclinándose por «Wado» – aceptado por parte del establishment y con dos fotografías de antología en su haber: una con Jorge Rendo, el representante de Héctor Magnetto, de Clarín; otra, con el gastronómico de volteretas increíbles, Luis Barrionuevo -, el joven hijo de padres desaparecidos por la dictadura, “podría asimilar una derrota política sin muchas consecuencias”, según estimó el sociólogo Eduardo Fidanza. En esta caso, se descontaría el triunfo de cualquiera de las variantes del liberalismo, que llegaría hacer lo mismo que anunció en 2015, pero más rapido y más a fondo.
Ya lo dijo Cristina: con un candidato único, como se llame la nueva experiencia peronista (el Frente de Todos pasará al olvido), podría alcanzar el tercio de los votos en octubre y ser una de las fuerzas que llegue al balotaje. Para perder, claro.
Las otras que dirimirán, son Juntos (Horacio Rodríguez Larreta o Patricia Bullrich) y Javier Milei, el “león” solitario que lucha contra “la casta” política, ahora con dos exmenemistas (Carlos Rodríguez y Roque Fernández). La corrupción, cierto es, debería bajar a niveles tolerables para la sociedad, que averguenza con un 40 por ciento de pobres y “cartoneros vapuleados por ricos”, como denunció el arzobispo de La Plata, Víctor “Tucho” Fernández.
A esta altura, “La Cámpora” tampoco podrá seguir funcionando con criterio de “orga” cerrada, que tan pocos réditos electorales le trajo aparejados, por más manejos de aparatos y cajas del Estado. Máximo pidió públicamente un bono, aumento de salarios fijos y un doble aguinaldo. Alberto miró para otro lado. La agrupación «¿es hoy una mochila de piedra para Cristina?”, preguntó De Vido, quien reveló profesar “respeto” por Andrés “el Cuervo” Larroque. Algún replanteo también vendrá por este costado.
El peronismo, hoy, es un conjunto de islas, con algunos aspirantes que aún sueñan con ser parte de “la recuperación programática que enamore”. Quizá el cordobés Juan Schiaretti se considere mayor para encarar la odisea de una renovación industrialista, con un Estado fuerte recibiendo inversiones externas. Pero podría apoyarse en algunos ausentes del acto del 25 de Mayo (13 de los 16 gobernantes provinciales propios) que no desdeñan, para nada, la fuerza emocional e intelectual que genera Cristina en el pueblo. Allí, podrían a ubicarse al gobernador de Chaco, Jorge Capitanich, Gildo Insfrán, de Formosa y Gerardo Zamora, el sobreviviente radicalK de Santiago del Estero.
¿Acaso Néstor Kirchner no era un gobernador casi desconocido de una provincia austral de las menos pobladas del país, en 2003? Cómo dijo el concejal costero Marcelo Pavka, todo un rompecabezas. Más una CGT que brilla…en su escondite.


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