Cocina política

Susana Medina, el as en la manga de Karina Milei, para un lugar femenino en la Corte Suprema

Todo se discute, y en malos términos, en la Argentina. Ariel Lijo y García-Mansilla, nominados por Javier Milei, para la Corte, no la tienen fácil. Karina explora una vertiente de género entrerriano. También intrincado.

Son varios los frentes que tiene abiertos Javier Milei. Uno de tantos obedece a la decisión de impulsar como nuevos miembros de la Corte Suprema, al cuestionado Ariel Lijo (el juez de Comodoro Py, que también cosecha aprobaciones, para llenar lo antes posible el quinto casillero) y Manuel García-Mansilla, hipotético reemplazante de Juan Carlos Maqueda, a fin de año, cuando éste peronista-duhaldista alcance los 75 años de edad y deba acogerse a la jubilación.

Las mujeres, tomando en cuenta que la silla desocupada hoy es la de Elena Highton de Nolasco, han hecho una movida para promover a alguien del sexo femenino, con antecedentes «intachables». Claro, sinónimo de limpieza jurídica no entraña unanimidad de aprobaciones. En una sociedad con grietas tan profundas, las rajaduras se observan en todos los edificios institucionales.

Lo cierto – aquí es donde interviene el cocinero de Humanidad -, hay una jueza, vocal en el Tribunal Supremo de Entre Ríos, Susana Medina que viene operando mediáticamente – ella lo rechaza y justifica su proceder -, para que Milei la tenga en cuenta y la promueva, en caso de que tenga que hocicar con alguno de los caballeros. Es cierto, también, que los periodistas tienen posiciones tomadas e informan – o desinforman – de acuerdo con las directivas bajadas por sus empresas. Nada es tan cristalino como parece.

Con llegada al empresario Eduardo Eurnekián – ex mandamás de Milei -, en línea con Ricardo Lorenzetti, en los últimos tiempos Medina se sacó fotografías, nada menos, que con «El Jefe» (sic) y secretaria general de la Presidencia, Karina; la vice Victoria Villarruel y el titular de la Cámara de Diputados, Martín Menem. Para todas tuvo explicaciones.

Tejes y manejes

En las provincias – que algunos llaman feudos -, hay hornos y bollos. Una fuente judicial entrerriana le aseguró a este portal que Medina – quien niega cualquier ofrecimiento formal de Milei -, tiene veleidades por llegar a la Corte Nacional. «Si le preguntas que dice el artículo 18 de la Constitución Nacional, no sabe responder», dijo para descalificarla. ¿Exagerado?

Como virtud le reconoció «talento para tejer relaciones» y, no tan excelso «acceder a cargos sin concursos ni hacer valer antecedentes».

A pesar de su cercanía pública con la fallecida y ponderada jueza Carmen Argibay, el vocero consignó que Medina «presentó un adefesio de ultraderecha» al papa Francisco, calificando a la maternidad subrogada de «delito de lesa humanidad». Aquí la última palabra la tiene el Vaticano.

Si es que llegase a ser nominada – algo incierto pero atendible -, las que la cuestionan en la provincia litoraleña, dicen estar dispuestos a presentarse en la Cámara de Senadores y contar su «desastrosa» actuación como jueza de Instrucción. El peronista Jorge Busti, la promovió a la Sala Laboral, pese a su escaso conocimiento sobre las asociaciones profesionales, arguyen.

Cuando en mayo de 2014 falleció Carmen Argibay, se quedó con el sello de la Asociación de Mujeres Jueces de Argentina (AMJA), lo que le dio la posibilidad de viajar por el mundo y aceitar contactos a nivel internacional.

Saber «rosquear» es un arte – demonizado, con buenos resultados, por Milei – en el juego de la política. Se llevó Medina tan bien con el justicialista Gustavo Bordet, como lo hace hoy con el gobernador y exministro del Interior macrista Rogelio Frigerio. Sentido de la ubicuidad.

De «lobbys y autobombos» viven muchos personajes. No solo en la política, para ser sinceros. La falta de escrúpulos es una moneda fuerte en las articulaciones de poder. Susana Medina nació en La Paz, en el norte entrerriano, pero demostró estar preparada para la guerra.

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