El valor más alto es la fidelidad a un propósito que da sentido a la vida y es lo único que puede oponerse a la nada.
William Burroughs
El intendente de Villa Gesell, el peronista Gustavo Barrera, tomó nota con satisfacción del esfuerzo realizado por Julián Alfonso y su pareja Gladys, para montar un restaurante «Sueño Bohemio», en el corazón de Mar Azul. Lo visitó con un grupo de asesores, vio imágenes de camisetas en la compacta y amena edificación de Punta del Este y calle 35 (firmadas, entre otros por «el burrito» Ortega, Riquelme, Ruggeri, Fernando Redondo y decenas de ex cracks que movilizaron a millones de fanáticos, como hoy hace Lionel Messi, que también luce una de sus 10 en el salón). Se retiró el lugar – furor en esta temporada veraniega -, conciente de las potentes semillas sembradas por el muchacho nacido y criado en uno de los barrios más típicos de Buenos Aires, donde se homenajea al gran director de orquesta Osvaldo Pugliese.
De por sí, el nombre y algunas imágenes de Atlanta, debieron hacer imaginar a Barrera, sobre el traspolamiento de la energía a la comunidad gesselina (24 por 24, Julián no se detiene nunca) del ex concesionario del club de Villa Crespo, por montar en un lugar en pleno desarrollo, un bodegón al mejor estilo porteño, que se inauguró con concurrencia completa de parroquianos.
Muchos de ellos, hay que subrayarlo, amigos de correrías de la infancia, de triquiñuelas non sanctas en los tablones – de locales y visitantes -, con un fervor prendido por los colores amarillos y azules de un club que dio estrellas memorables, como el gran artillero Luis Artime y el «Loco» Gatti. Un semillero del que sacaron ventajas «los grandes» River, Boca, Independiente…
Un curioso preguntó a los comensales bohemios como le va futbolísticamente a Atlanta hoy. No quisieron hablar; pusieron caras de incomprensión y corrieron por la tangente; la inmersión desapercibida en el Nacional «B» les quita entusiasmo, y solo prefieren destacar que son campeones de la Reserva.

Más que incursionar en el deporte, se concentraron en contar viejas anécdotas tribuneras y del barrio, y exaltar valores fundamentales, como la amistad, el compañerismo, los avatares de unos y otros, que supieron de enfrentamientos entre hinchadas cuando a la cancha iban locales y visitantes. ¡Curioso! Era una civilización salvaje, pero no tanto como la del presente, juzgaron. Parciales ellos.
Cincuentones, la mayoría, mencionaron «la brecha» generacional que provoca cortocircuitos en las comunicaciones con los más jóvenes, e intercambiaron ideas sobre el vertiginoso cambio tecnológico y las enfermedades mentales en la sociedad. Y – remarcamos – eludieron tozudamente llevar más allá la posibilidad de retornar a la primera división. Esa fue una ilusión que no pudo ver realizada el gran poeta Juan Gelman (1930-2014), un «hincha» que a pesar de su comprometida miltancia política, nunca dejó de poner el cerebro y el corazón para alentar a Atlanta, de reyerta permanente con varios clubes, el principal Chacarita Juniors.
Uno de los comensales, con gorrita y varios anillos, Javier, entrenador físico, ex jugador, comentó algo de «una vieja cuenta pendiente» con el presidente de la AFA, Claudio «Chiqui» Tapia. Conspiración bien argenta, siempre a flor de labios.
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Una fanática del «canalla» le pidió que orase para que su equipo no se fuera al descenso. El Papa bromeó con la suerte del «bohemio» (las camisetas tienen los mismos colores). ¿Bingo?
La emoción por los colores de un equipo son irracionales. El director de Cultura de Huracán, Néstor Vicente, un hombre democrático cien por cien, lo único que prohibió a su hijo de niño, fue cualquier simpatía hacia un club que no fuera el de «la quema». ¡Hasta lo amenazó con dejarlo sin comer! En la película «El secreto de sus ojos», Guillermo Francella, da en la tecla para encontrar a un «asesino» inaccesible y protegido por «la Triple A». No estaba en ningún lado. ¿Dónde falló? En su amor incondicional por Racing.
Estos muchachones de Atlanta, hoy prósperos emprendedores con visiones divergentes de la realidad política y social, no pueden ocultar que en el fondo de sus almas esconden el anhelo de un regreso triunfal. Es la fidelidad que escamotean, por ahora, entre plato y plato.
Y a propósito del bodegón, se puso en marcha a todo trapo en las fiestas, incluso con mesas en la calle, repleta de turistas Navidad y Año Nuevo. Excelentes platos y vinos a precios módicos, con un equipo de cocineros y mozos que, en este aspecto, sin ninguna duda juegan en primera.
- Imagen destacada: El intendente Barrera, en el medio. A su derecha, Julián Alfonso, el emprendedor bohemio.


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