Opinión Salud Pública

Querés que te cuente el cuento de la mala pipa…

En una nueva crónica de la pandemia de las adicciones, Juan Yaría explica el fenómeno "crac house". Podrá sonar recurrente: propone rehabilitar la Ley del Padre, que nada tiene que ver con un patriarca dominador

Por Juan Yaría (Gradiva)

El crac es una variante de cocaína que se caracteriza por sus efectos inmediatos y potencialmente mortales. Se elabora habitualmente hirviendo juntos clorhidrato de cocaína y bicarbonato sódico. Al irse el agua en forma de vapor queda un grupo de cristales (la llamada piedra).

Normalmente se forma una piedra y se crea un polvo a partir de ese material. En muchos casos esos polvos también poseen anfetaminas.

Se consume de forma inhalada, se lo puede fumar en una pipa. Es una variante de la cocaína y su ascenso al cerebro es más rápido que aquella. De ahí la fascinación del llamado “fogonazo” o “flash”.

El daño cerebral es grande y el “subidón” dura de 5 a 15 minutos con una euforia desmedida que captura al sujeto llevando a repetir la dósis y así va generándose una alienación progresiva. La “resaca” de no volver a consumir es un profundo estado de agotamiento y malestar. La repetición anuncia la esclavitud y la hipoteca de los sistemas de placer del sujeto.

Prevenir es la misión básica de una sociedad si quiere `proteger su capital humano´. En esto estamos fallando: escuela, familia y organizaciones barriales tienen la misión la proteger la prole. Repitiendo a Chesterton,-maestro inglés en filosofía: “El primer estado es la familia”.

La familia, el núcleo de prevención natural

Sobre esto el profesor Claude Olivenstein introductor del tema de las adicciones en Europa nos enseñó: “…la mejor prevención que se pude hacer es en el seno de la familia; aquella familia que transmite ternura, valores genera naturalmente la prevención”.

El psiquiatra francés, maestro de varias generaciones, nos dijo en su clínica Marmottan de Paris: hay que rehabilitar de alguna manera la Ley del Padre como modelo de vida. No estaba en sus pensamientos restaurar a un “Patriarca dominador”, sino a un ser que porte transmisión simbólica de virtudes y de presencia y acompañamiento en las etapas del desarrollo.

Luego debemos tratar lo más precozmente posible ante los primeros contactos del joven con las drogas y el alcohol. Lamentablemente hoy en nuestro país el comienzo a los 12 años a consumir drogas y alcohol de miles de niños los hipoteca a muchos de por vida dada la inmadurez de la personalidad y la inmadurez del sistema nervioso.

Un terapeuta solo cualquiera sea su técnica no puede enfrentar las discontinuidades emocionales y kinésicas de un paciente de estas características. Se necesita un equipo.

Hoy son las instituciones como las comunidades terapéuticas que funcionan como “familia supletoria” o quizás la única familia que pudo tener en su vida. Es la ortopedia necesaria que reemplazara “al objeto droga” que se apoderó de su personalidad.

Una sociedad movilizada en la Prevención y la Asistencia son la base necesaria para enfrentar a este Suprapoder Supranacional en donde los Estados Nacionales parecen “meras marionetas” de ese mega-Poder.

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