Toque Hache

Voluntad, energía y amor

Con voluntad, energía, y amor suficiente, es posible tomar vuelo. No por ello se va a vivir en el paraíso. Se sigue siendo humano, pero, como si fuera leña, se le tira vida al fuego. Y así se mantiene chispeando.

Para mi hermana y mi familia

Existe una actividad que se conoce como «voluntariado». Jóvenes se alistan en una especie de hostel o casa, con o sin atención al público, y dan su fuerza de trabajo a cambio de techo y comida. No hay salario de por medio. El o la joven, en el caso de estar en un lugar que reciba turistas, tendrá que lavar platos, atender las mesas, barrer, y si tiene las habilidades, cocinar el menú. En caso de ser una casa, habrá que hacer tareas indicadas por el jefe/a de hogar: trabajar la tierra, cosechar, construir, limpiar. Pues claro: los voluntariados son en lugares abiertos, en medio de la naturaleza.

Pareciera ser justamente eso lo que mueve a la gente joven hacia aquellos lugares. Son pequeños grandes inicios de aventuras quizá mayores, que posibilitan el vivir en el medio de árboles o ríos, lejos del cemento.

En Argentina los hay en Esquel, El Bolsón, rincones de Córdoba, Humahuaca. Es decir, abarca todo el territorio nacional, porque se trata de acercarse a la naturaleza, y nuestro país es un privilegiado en ese sentido.

Por supuesto que si un hijo o hija dice que se va a hacer un voluntariado, lo primero que le agarra a la familia es miedo. ¿Con quiénes va a estar? ¿Qué depravado la va a recibir? Los pensamientos humanos se anticipan al peligro. Las cosas pueden salir mal o bien, pero no hay nada más bello que ver al pájaro volar, en especial si es un pajarito que vimos desde chico, que revolotea mucho y que con sus movedizas alas dice «llegó mi hora».

No todos se animan. No tiene que ser necesariamente un voluntariado. Puede ser un trabajo que incluso en su rutina te hace feliz; una charla con un ser querido; una comida con buena compañía; recordar vivir el presente sin pensarlo tanto.

Con voluntad, energía, y amor suficiente, es posible tomar vuelo. Se va a conocer una de las tantísimas partes del cielo, lo que no significa vivir en el Olimpo. Se sigue siendo humano, pero, como si fuera leña, se le tira vida al fuego. Y así se mantiene chispeando.

En algún momento el fuego se va a apagar, pero dejemos que el viento se encargue de eso, que es mucho más poderoso que nosotros. Lo aprendió de la naturaleza, superior a cualquier intríngulis humano.

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Escritor y estudiante. Fundó Humanidad el 2016 a sus 15 años de edad.

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