Recuerdo cada detalle del parto agitado que lo trajo al mundo, ahí estaban las miradas incómodas en la sala de partos; no vale la pena ahora contar que el obstetra que atendió el parto de Lucio tenía también una hija con síndrome de Down: lo que verdaderamente importa hoy es que Lucio, al igual que su hermana, es el nombre de la felicidad en nuestras vidas.
Conquistador, alegre, obsesivo, disfrutador, testarudo, sensible… Lucio nos embarcó en una aventura de crecimiento extraordinaria en la que todos somos eternos aprendices.


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