Ante “el ciclo acabado del kirchnerismo”, incluso con “una bandera blanca que dice: nos rendimos”; y “la falta de representación del PRO y Juntos”, Javier Milei, alcanzó la conducción del Ejecutivo en la Argentina porqué “le puso letra, música y contexto al malestar y la desilusión de los argentinos”, sintetizó el psicólogo y periodista Diego Sehinkman.
“Ante la imposibilidad de controlar la inflación y el crecimiento de la pobreza, vino Milei a decir que con este Estado nos estamos arruinando, y lo hizo con convicción y verosimilitud. Y no pescó solo en Juntos, sino que le robó votos al peronismo”, explicó el conductor de “Solo Una Vuelta Más”, en el programa radial de Hernán Iglesias Illa, editor general de la revista Seúl.
Sehinkman consideró que Milei acertó cuando responsabilizó a “la casta política” de protegerse durante a sí misma, dejando a muchos sectores sin protección. Puso como ejemplo lo sucedido en pandemia.
Al describir el proceso en marcha, agregó que “el contrato electoral firmado con Milei” tiene por objetivo “mejorar la economía y bajar la inflación”. Si eso sucede, Milei – deslizó -, puede “imponer un nuevo contenido cultural: sus insultos quedarían homologados por ese éxito. Sino, será cuestionado”.
“Definitivamente, quiero que le vaya bien”, contestó a una pregunta. Indicó que deberá “aprovechar la ventana de oportunidad” que se le abrió. Indicó que a pesar del paro general (y un rechazo del 45%), “aún conserva a su favor más del 50%, que es un montón en el tránsito de un ajuste”.
Aclaró Sehinkman que Milei “no tiene un cheque en blanco”, pero, sí, “el permiso social a un reseteo, que (Mauricio) Macri no tuvo».
Cuando se lo interrogó sobre la personalidad del Presidente y las consecuencias que podría acarrear que gane más poder, respondió que Milei en algún momento habló de “restricciones institucionales. Hay – se explayó – , impulsos expansivos en todos los tipos de gobierno. Los hubo siempre…si le sale la Ley Bases, podría entender que el Congreso es un socio estratégico…pero el núcleo duro de su gestión es lo que vaya a pasar con los precios y la economía”.
Dejó abierta la posibilidad de que se “suavice” y deje de lado “el mesianismo. Veremos si modifica la política o si la política lo modifica a él”.
En un plano más general, señaló que la Argentina soportó sucesivos fracasos, “con miradas antagónicas sobre el rumbo” del país. “No hay una sola mirada. Hay poca aglutinación, salvo en la vergonzante guerra de Malvinas y en el fútbol. No hay mito aglutinante”. Y también le pegó a la dirigencia, porque los “sucesivos fracasos ajenos, valida la resurrección de aquellos a los que se considera muertos políticos”.
En la misma línea, insistió que Argentina camina por los bordes, con “personalidades asfixiantes, que pueden tanto pasar de una izquierda latinoamericana a una experiencia como en los 90, como seudo factor del Primer Mundo, alineada con los Estados Unidos. Hay en el aire tormentas, crisis permanentes y pensamientos mágicos”, concluyó.
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