“Escribo para reírme y que se caguen de risa los lectores. Utilizo el humor como un despertador que, con parábolas cortas, provoca carcajadas de manera rápida y vertiginosa”. Tal la síntesis de la descontracturada charla que ofreció ayer el dramaturgo y director de teatro Mauricio Kartun, al presentar su primera novela en la Biblioteca Popular Manuel Belgrano, de Pinamar, en una maratón de lectura que convocó a cientos de espectadores.
“Salo solo, el patrullero del amor” es en rigor (por pedido de la editorial Alfaguara) la transformación en novela de una recopilación de cuentos que Kartun escribió durante la pandemia y distribuyó por redes sociales. Está basada en un episodio que vivió en un bodegón atiborrado de comensales en el barrio porteño de Villa Crespo, donde se topó con un hombre de la colectividad judía “charlatán y chistoso empedernido, sesentón, con voz gritona, que quería tener sexo con una farmacéutica en una aparente cita a través de una APP”.
Kartun enlazó episodios de su extensa actividad, dio consejos a escritores jóvenes y apostó “al talento y el trabajo cooperativo, chico y artesanal, para enfrentar al gran poder corporativo que – subrayó -, es una realidad, y requiere de nuestra parte poner el cuerpo para encontrar un formato, darle continuidad y conformar un círculo cada vez más amplio, que lo contrarreste”.
Describió a las bibliotecas como “un templo” de conocimientos y relecturas. Dijo que en pandemia, obligado a quedarse a vivir 14 meses en los bosques del Partido de Pinamar, tuvo energía para redactar cuentos humorísticos, establecer una conexión rápida con otros usuarios de Facebook, que compartieron sus historias y lo alentaron a proseguir escribiendo las desventuras de Salomón (Marcos en la vida real).

“Se creó una demanda y eso me impulsó”, explicó. Agregó que en su adolescencia fue muy mal alumno en matemáticas, física y química (algo que, bromeó, le produce pesadillas en la actualidad) pero se “salvó” creando una carrera de dramaturgia, que tuvo status universitario por una ley de Saberes Especiales, promovida por Jorge Luis Borges, según señaló.
Contó que se la pasa “buscando personajes” en los lugares más insólitos. Los sigue por la calle, se enamora del ingenio de ellos y luego utiliza sus ocurrencias como “carnada”. Toma nota de lo que dicen con gracia. “Son mis semillas”, recalcó.
Hijo de madre católica, hizo honor al humor de su familia judía por parte del padre. Indicó que le gusta “contar fracasos y apelar a lo irreverente e incorrecto».
Filosóficamente – reveló -, su propósito es desterrar la depresión, el encierro en uno mismo y alentar la expansión, la salida al mundo social.
También aseguró que tiene “aguante, autoconfianza” y es un apasionado de su actividad. “Me arremango, me encargo de hacer todo. En esta profesión nunca hay que esperar que te vengan a buscar; soy un promotor de la autogestión”.
“Si mis escritos hacen reír, doy mi objetivo por cumplido. Trato de provocar con mi humor un fenómeno fisiológico entre la palabra y el cuerpo del lector”, cerró templado a sus 77 años, luciendo colita y un juvenil gorro visera.


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