Opinión Política

Milei apunta la motosierra a Macri, igual que hizo Néstor Kirchner con Lavagna

A la conclusión del título llegó Roberto García, al analizar la propuesta navideña del presidente al "líder" del PRO. "Vamos juntos a los comicios en todo el país; o vamos por separado. Ninguno puede ir por su cuenta".

Por Roberto García (Perfil)

Fue un año que, para muchos, navegó en el desconcierto. Un ejemplo lo aportó el locuaz abogado y dirigente social lo aportó Juan Grabois. En pocos días de distancia, entre otras declaraciones, formuló la siguiente: «Hay que ser pelotudo para no entender que se necesitan superávits gemelos». Lo dice quien ha preconizado el respaldo al gobierno de Cristina Kirchner y su sucedáneo, Alberto Fernández, ambos especializados en promover el déficit.

Sumido en el desprecio a Javier Milei, el referente del Vaticano señaló: «A pesar de que el proyecto del gobierno funcione, lo respalde más del 90% de la gente, yo voy a estar en contra». Casi un cieguito en el desierto, obstinado en ignorar que si finalmente Milei tiene éxito será justamente por conseguir el superávit de los gemelos.

A menos, obvio, que Grabois se considere un pelotudo o no controle su logorrea, ya que en otras manfiestaciones improvisó sobre la inflación con el mismo talento cómico de los políticos por hablar sin decir nada. Quizá, por esas condiciones, sea Presidente algún día como le gustaría al Papa, según le confesó a un visitante hace pocos años.

La chanza no es personal. Se refiere a buena cantidad de afectados por el huracán Milei durante 2024, que movilizó costumbres y pensamientos con un simple procedimiento contable de no gastar más de lo que se puede. Un hábito que los argentinos ignoraban desde los tiempos en que Roberto Lavagna fuera ministro de Economía de Néstor Kirchner, quien lo soportó en el cargo por una razón que no era exactamente la eficiencia. En esos primeros años de gestión, Néstor se sostenía en Lavagna como intérprete de Eduardo Duhalde y porque lo imaginaba poseedor o propietario de una millonada de votos que le habían servido para llegar a la Casa Rosada.

De ahí que, apenas concluyeron las elecciones posteriores, le comentó a su ministro – un hombre indócil por otra parte -, que ya no le debía nada, que la nueva millonada de votos le pertenecía a él, y que estaba en el poder debido a su capacidad para conseguir adhesiones. Era él y el Universo, parafraseando a Ernesto Sábato. Un argumento político que no contemplaba lo económico y le permitía despedirlo luego de cualquier mínima confronación. Por supuesto, ocurrió.

Un capricho narcisista en medio de un clima nervioso, cualquier anécdota rebalsaba el vaso. Había una reunión de IDEA a la cual Kirchner ordenó no asistir a su plantel de Gobierno. «No puedo faltar», sostuvo su ministro consciente de su rebeldía, «ya que me comprometí hae tiempo para hablar en ese evento». Y concurrió, ocasión en la que señaló en público, por primera vez, la turbidez de ciertos negocios emprendidos por el envalentonado patagónico (tipo Lázaro Báez, entre otros que luego se volvieron escandalosos).

Claro, el ministro dejó luego el cargo y Kirchner empezó a gobernar como si él fuera un técnico en el Palacio de Hacienda, con prevalencia de asesores que le contaban el día a día del almacén y con figuras económicas cuyo apellido, rostro o curriculums nadie recuerda: directo al déficit. Lo pagó su esposa, Cristina.

Como diría Grabois, fue un pelotudo, si uno se atiene a esa versión de la historia, hasta ahora no divulgada en forma completa, aunque el cronista no pretende disponer de los derecho de autor. Solo contar.

Viene a cuento esa transición , por el aporte invisible, al menos difícil de contabilizar, que realizó el PRO de Mauricio Macri, a la expresión política de Milei para ganar las últimas elecciones. Más o menos semejante, quizá, a la contribución que realizó Lavagna y el duhaldismo para que Néstor triunfara en su momento.

En el 2025 se puede dirimir ese enigma desafiante, planteado sin ocultamentos por Milei al ingeniero boquense: «Vamos juntos a los comicios en todo el país; o vamos por separado. Ninguno puede ir por su cuenta».

No esperaba Macri esa propuesta terminante, todavía rumiaba por los rincones el «mal trato» que percibía su agrupación y el mismo por parte del Presidente. Al parecer, además lo sacan de quicio los trolls oficialistas que, durante su gobierno, empezaron a actuar bajo las órden de Marcos Peña. Son distintos personajes pero ocn la misma misión. Claro, antes eran más timidos los mensajes. Sin disponer de una respuesta esclarecida para la invitación, Macri ensayó un «sí» ambiguo, característico, tal vez la demostración más cierta de que no estaba en su cabeza el mensaje que le envió Milei.

Complejo momento para quien imaginaba vacaciones largas en el sur, bucólicas, y ahora debe adaptarse – otra vez -, a exigencias particulares y tempraneras que despacha el hombre que no se permite licencias y lo induce al desconcierto como a Grabois. Aunque se reconozcan en signos diferentes, Macri debe analizar ahora contingencia previas a los comicios, derogación o no de las PASO, la constitución de un frente previo al armado de listas, el sometimiento que en materia de nombres seguramente querrá imponerle Milei, a listas violetas o amarillas.

También la suspensión de otras pamplinas, comoe el diálogo con la Vicepresidenta Victoria Villarruel, a la cual más de un PRO coqueteó con una posición dminante en el futuro. También a la contemplación del territorio que parecía pertenecer más que la herencia de su padre, la Capital Federal, ahora en manos de un primo que en general hace lo contrario al gobierno nacional, punto de partido de un posible declive, insalvable políticamente.

Mejor la paz cuando la motosierra amenaza con una guerra.

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