¿Cuántas mujeres amamantan en la calle? Los bebés piden alimento con el grito, en la desesperación. No saben cómo funciona el sistema, hasta que se lo aprenden y empiezan a llorar deliberadamente para conseguir alimento. La madre, despierta, apura el orden para dar la teta. El bebé se satisface, ¿pero cómo sigue aquella mujer?
La pregunta del primer párrafo tiene una trampa. Como todo cuestionamiento, las primeras ideas nacen de lo que conocemos. Alguien pudo haber pensando en los momentos en que arriba del colectivo ve a una mujer amamantando.
Pero la interrogación nace pensando en las personas sin hogar, tiradas en el suelo y sumidas en la pobreza, dándole la teta al bebé y mirando el horizonte con el dolor guardado.
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¿Cuántas mujeres amamantan en la calle? El panorama ahora es distinto. Se nos atraviesan esas imágenes de la calle cruda, inhumana, pero que por fuerza de costumbre, al pasarla por al lado, aparece un desinterés que no es egoísmo, sino supervivencia.
Hay que sobrevivir en la gran ciudad, donde todos se agolpan y donde los de más lejos vienen con un sueño, para llegar y sufrir como ningún local lo va a hacer. Porque nacer en el infierno trae ventajas. Pero este es un infierno transformable.
Se vuelve más empático cada vez que pensamos en nuestros seres queridos. Se vuelve más humano cuando transformamos lo que está a nuestro alcance.
Mientras tanto, hay mujeres que seguirán amamantando en la calle. Para quienes tenemos mejor suerte, que estamos tan lejos y a la vez tan cerca, una palmada en el hombro a uno mismo puede ser suficiente para que no haya un ser humano mas en la calle.


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