Próximo a cumplir 80 años, con quebraduras expuestas (veánse las radiografías de las elecciones de 2021 y 2023, el desbande actual en Santa Fe o el despiplume que se armó en la perdida votación en Diputados por las PASO), el peronismo (kirchnerismo si se toma en cuenta que el PJ nacional lo conduce Cristina, y el de la provincia de Buenos Aires su hijo Máximo, de La Cámpora), no logra salir del quirófano.
El cocinero político de Humanidad recorrió el espinel de un partido que se asemejó al PRI mexicano. Observó como el libertario Javier Milei, además de la motosierra, utiliza a la perfección la aspiradora para succionar dirigentes menemistas (una de las tantas variantes peronistas) y del PRO, organización ésta que parecía más preparada para adaptarse a los cambios estructurales del siglo XXI.
Algo no funciona. No hay lugar para la renovación. Cuando el gobernador Axel Kicillof, va por el recambio (por ahora sin apretar el acelerador), con una canción que prenda en todos, CFK le arma barullo, entre otros motivos porque se convirtió en juez y parte en una evidente etapa de crisis y agotamiento.
«A los bifes», llamó alguien del núcleo de los «peronchos dialoguistas», que observa el corrimiento de bases más humildes hacia el fenómeno aún no asentado de La Libertad Avanza.
Florencio Randazzo hace tiempo que dejó de ser escuchado, después de lidiar por la candidatura presidencial con el hoy «traidor» Daniel Scioli. Sergio Massa, en la bolsa de gatos, está construyendo por abajo, intentando atrapar el bastón de mariscal, ahora retaceado por Cristina.
La influencia de «la jefa» no es menor. El establishment sospecha: «¿no será el desorden interno en el peronismo un mecanismo de conducción?». Un empresario planteó: «¿se rompió el movimiento, hay falta de pericia, cayó en las redes mileístas o actúa como lo hace por picardía?».
No descarten nada, alertó un capitoste de una cámara de comercio: «Hay una tendencia mundial, alineada con Donald Trump, de Estados Unidos...mejor mirar lo que hacen, no escuchar lo que dicen».
A proposito, el gobernador Gerardo Zamora, el radical K preferido de Cristina, mandó a votar por la suspensión de las primarias. ¿No hay bajada de línea?
Los hombres de negocios ven que la digestión del peronismo por la derrota electoral de 2023 será posiblemente más larga que la esperada. «El peronismo-kirchnerismo no está muerto, ni por lejos», advirtieron, empero.


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