«La duda principal reside en determinar si la alteración que está produciendo la guerra de aranceles (iniciada por el presidente Donald Trump) concluye efectivamente en una redinamización de la economía norteamericana o, si por el contrario, potencia un flujo comercial cada vez más independiente de la histórica centralidad de Estados Unidos».
El párrafo, parte de una nota mucho más amplia de Jorge Liotti, en La Nación dio pie a los «dos efectos» que recaerían sobre la Argentina.
«Los directos – precisó el columnista -, están relacionados con las barreras bilaterales. En este sentido hay un horizonte de morigeración a partir de negociaciones que ya se venían desarrollando y que (Gerardo) Werthein profundizó esta semana en sus reuniones con el secretario de Comercio, Howard Lutnick, y con Jamieson Greer, que dirige la oficina encargada del tema arancelario. El Gobierno apuesta hoy a llegar con Washington a un acuerdo ´de complementación económica´ de bajas recíprocas, es decir un tratamiento igualitario en una lista de productos; el tratado de libre comercio amplio quedó para otros tiempos».
«Pero los problemas mayores – abundó -, residen en los efectos indirectos, que son los que impactan a partir del cambio en el clima de la economía global. Según el especialista Marcelo Elizondo hay tres impactos que puede sufrir la Argentina. ´En primer término, a la Argentina no le conviene un mundo turbulento. Para países de tamaño medio como el nuestro, y más cuando están saliendo de crisis, necesitan un mundo organizado y previsible. Por ejemplo, la Argentina está buscando inversiones con el RIGI, y en un mundo más turbulento los inversores son más reacios. Lo segundo es que cuando ocurren estas cosas hay oscilaciones cambiarias, y en general ante la duda y el pánico los inversores salen de los países emergentes, devalúan sus monedas, y la Argentina, que esta con un régimen rígido, podría sufrir especialmente. Y el tercero sería la desaceleración del comercio global en un momento en el que la Argentina necesita comerciar más porque sus niveles son muy bajos´”.
Liotti destacó que «el clima global, y el programa económico argentino, fueron dos de los temas más discutidos en el muy reservado foro de Llao Llao, que reúne todos los años a los más destacados empresarios. Allí habían comprometido su presencia Milei y Caputo, hasta que resolvieron volar a Miami. No se percibió dramatismo, pese a las turbulencias, pero sí un diagnóstico dispar», acotó.
«Hubo – aseguró -, elogios hacia la política fiscal, pero críticas hacia algunos desmanejos en la relación con el sector privado. Predominó un cierto optimismo sobre el futuro acuerdo con el FMI y la salida del cepo, pero también un fuerte realismo para admitir que todavía el país no genera un atractivo muy fuerte para nuevas inversiones, por fuera de minería y energía. Sí apareció con nitidez un interrogante: ¿tiene el Gobierno los instrumentos necesarios para atravesar las turbulencias que enfrenta y mantener su senda reformista? Hoy está en busca de un punto de apoyo para recuperar la iniciativa perdida», concluyó.
- Imagen destacada: En el foro muy reservado de Llao Llao, Eduardo Elsztain dialogó con Horacio Marín, presidente de YPF. También estuvo Mariano Bosh, que acaba de vender la mayoría accionaria de Adecoagro, en el panel que moderó Karina Roman


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