Cultura

El bello trance de desatarse desnudo una sandalia

El autor, fotógrafo y experiodista, indaga - como muchos -, por qué las esculturas y pinturas de los clásicos se muestran desnudos. Refiere a Venus en la mitología romana (Afrodita, en la griega). Son cuestiones inefables.

Por Enrique Ruau

¿Por qué las esculturas y pinturas clásicas aparecen mayormente desnudas? El interrogante, tanto para los que se lo formulan como para mí, parece natural. No da para pensar mucho. ¿O sí?

Los griegos y los romanos consideraban que siendo el hombre una creación de los dioses y, en consecuencia, sus obra más perfecta, retratarlo era una muestra de adoración. Por eso las imágenes debían ser los más bellas posibles.

Ahí el nudo de la cuestión: ¿cuál es esa condición? ¿en qué consiste el atractivo?

El simple me gusta/no me gusta nos sumerge en un nuevo dilema. No resuelve el intríngulis. Uno cree saber lo que tiene encanto, aunque no lo pueda describir con palabras. «Eso no está escrito», dice alguien por ahí.

Armonía y elegancia

Así como el algoritmo básico del humano es conservar la vida, existe toda una arquitectura para hacerla agradable y duradera. Obvio, inscripta en el ADN de cada uno. Es, precisamente, por eso que nos agradan los desnudos.

Vayan como ejemplo estas dos imágenes que muestran a la diosa romana Venus (Afrodita para los griegos) descalzándose una sandalia. No solo es la armonía de las formas, sino también la ergonomía. Esto es, la elegancia y la eficacia de sus movimientos en un acto tan cotidiano.

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