Por Carlos Piro (Perfil)
El Obelisco es, sin lugar a dudas, uno de los íconos más reconocidos de la ciudad de Buenos Aires. Sus críticos suelen hablar de su inutilidad, de su falta de belleza, y hasta de sinónimo del patriarcado. Tantos detractores ha tenido desde que se inauguró hace 85 años, el 23 de mayo de 1936 que estuvo a punto de ser demolido antes de cumplir un año. Pero detrás del ícono, de las discusiones que tanto le gustan a los porteños y de su aniversario, se esconde una fraternidad secreta que además, rompe con otra jerarquía oculta.
Ya en sí, el Obelisco es un símbolo masón, pagano, que tiene múltiples significados: es un rayo de sol, sirve para “pinchar” simbólicamente las nubes; un centro energético, rodeado por una rotonda, que obliga a quienes lo quieren ver a rodearlo, como si se tratara de un ritual. Es más, para erigirlo, en Buenos Aires fue necesario demoler una iglesia. ¿Mayor símbolo del poder de la masonería por sobre el poder del culto católico?
Sí, obviamente, van a explicar que no es así, que no hay pruebas, y que estas afirmaciones pueden estar «flojas de papeles». Claro, como toda la información que rodea a la Masonería. Un símbolo del poder masón, es la dificultad para confirmar las informaciones.
Lo cierto es que Buenos Aires tiene cuatro de sus edificios más importantes que forman un triángulo exacto. De acuerdo al plan urbano armado en 1880, cuando se federalizó al capital de la República Argentina, armado por el primer intendente municipal Torcuato de Alvear, si se trazara una línea imaginaria que uniera el Centro de la Plaza de Mayo (donde está la Pirámide, que es en realidad un Obelisco en miniatura) con el centro de la Plaza de los Dos Congresos (la fuente) y enlazar con otras líneas rectas estos extremos con el centro de la Plaza Lavalle (Frente al palacio de Tribunales), se forma un triángulo perfecto de lados desiguales.
El triángulo, que tiene una fuerte simbología católica por la tríada sagrada de padre, hijo y espíritu santo, también tiene una fuerte carga en la simbología masónica.
Según especialistas en el tema, si se marcaran las bisectrices de los ángulos formados para que se intercepten en un punto de este triángulo, coincide con la sede de la Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones, ubicada en Presidente Perón 1242.
Pero a esta “fuente de energía”, este triángulo que simboliza el poder de la masonería, fue “roto”, al menos simbólicamente, por el Obelisco que se emplazó en tiempo récord en el porteñísimo cruce de 9 de julio y Corrientes.
¿Fue un símbolo masónico sobre otro símbolo masónico? Está claro que sí, aunque nadie lo admita claramente. Lo cierto es que la historia cuenta que se erigió en tiempo récord. Fue construido en 1936 para celebrar el cuarto centenario de la llamada primera fundación de Buenos Aires y fue obra del arquitecto argentino Alberto Prebisch y la construcción estuvo a cargo del consorcio alemán GEOPÉ Siemebs Bauunion-Grün & Bilfinger.
La obra demandó apenas 31 días y trabajaron 157 obreros para su elevación, en secciones de dos metros, para facilitar el volcado de hormigón con cemento Incor de endurecimiento rápido. Se invirtieron 200 mil pesos moneda nacional, se usaron 680 m³ de cemento y 1360 m² de piedra blanca de Pampa de Olaen, Córdoba
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