Fue demonizado – es poco decir –, por el antiperonismo durante la gestión del matrimonio patagónico, al que se sometió como un soldado leal, en especial durante su paso por el Indec. Ese hito histórico no le impidió a Guillermo Moreno sorprender: revindicó “la década ganada” iniciada en 2003 por Néstor Kirchner (“derrapamos en los últimos 100 metros”, concedió), transformado en una estrella de los medios hegemónicos que antes cavaban su tumba y hoy lo resucitan para que sirva de ariete contra el Gobierno del Frente de Todos.
“Tendría que aprender de las enseñanzas del General: cuando un compañero critica a otro compañero fuera de casa, es porque se pasó al bando contrario”, le contestó un dirigente «amigo» que todas las mañanas recibe sus mensajes por WhatsApp. Los textos son eliminados sin leer. No le desconoció raigambre peronista, pero desde hace tiempo, desde que hizo migas con Luis Barrionuevo, aseguró que Moreno “se mueve a través de los piolines que maneja” el expresidente provisional Eduardo Duhalde.
“Desde que Duhalde le dijo que vio a la Virgen caminando por Olivos, lo tiene como dios”, comentó ese interlocutor con interferencias de Moreno, quien le facilitó durante su estadía en Vaticano, un saludo especial con el papa Francisco.
Moreno no aceptó “estar trabajando para el gorilaje”, como lo acusó sin medias tintas su «compañero». Por el contrario – sin contactos visibles con personalidades como Miguel Pichetto y Florencio Randazzo -, insistió en que Alberto Fernández “no es apto” para estar en el lugar en que está y que Cristina – a la que evitó atacar – “no se puede bajar de este barco”.
El recitado de Moreno, obviando los reparos del sector mayoritario en el poder de su movimiento, giró alrededor de la doctrina “solidaria, humanista y cristiana” para postularse candidato a diputado por la provincia de Buenos Aires. Tuvo flashes disonantes: apoyó al excarnicero prófugo Alberto Samid y al sindicalista Hugo Moyano, mientras afirmó que la Argentina se debate entre “la anomia” (mencionó con aprobación un editorial del diario La Nación, de ayer) y la depresión económica.

En la coalición gobernante, intramuros, se coincidió con varios de los cuestionamientos de Moreno a Alberto (sobre todo, la falta de firmeza para controlar el desmadre inflacionario), pero igual se lo señaló como “idiota útil” que “trabaja para quitarle votos” al kirchnerismo, donde se deben resolver las diferencias, según se recalcó.
Moreno escapaba a las entrevistas. La antipatía era mutua. Pero hoy se siente cómodo visitando sets televisivos. El confesionario de Luis Novaresio, por ejemplo. Allí se permitió encuadrar a Leandro Santoro, la figura levantada por el FdT en el distrito porteño, bajo un esquema económico tipo “soviet” que obviamente él repudió. Al mismo tiempo, casi aplaudió posturas de Jorge Macri y Nicolás Massot, del opositor Juntos por el Cambio.
Tuvo una original salida antigrieta: propuso resolver los temas judiciales de los expresidentes Mauricio Macri y Cristina Kirchner a través de una intervención de la Corte Suprema. Y apuntó, como se dijo más arriba, a que el error del kirchnerismo «en los últimos 100 metros» fue no saber pasar de un modelo de consumo a otro de producción. Aseguró tener la llave de la puerta para solucionar los problemas de los argentinos. Marginalidad al palo.
0 comments on “Las puertitas del «compañero» Moreno”