El Día de la Independencia, en el que no viajó a Tucumán por “las malas condiciones climáticas”, el presidente Javier Milei, decidió romper con “todos los gobernadores”. –Dicen que es un tacaño, que se financia con las provincias, le hizo notar el periodista oficialista que lo entrevistó hoy por radio. –Eso es falso – contestó -, la recaudación les viene creciendo entre un 7 y un 8% y partieron de una situación de equilibrio. No les doy, porqué no les corresponde. Están desbocados, ¡quieren destruir al gobierno nacional!, contestó.
En la misma jornada que el PRO – a cuyo líder Mauricio Macri, también subestimó, incluso declarando que le gustaría que fuese su embajador -, hizo “un acuerdo, no una alianza” con La Libertad Avanza en la provincia de Buenos Aires, Milei pateó el tablero. Desafío a verse con sus rivales en las urnas, donde auto presagió un triunfo por el 40% para su partido, con una diferencia – por lo menos – de 10 puntos sobre el peronismo.
Se tiene confianza: no quedó duda. Dijo que los gobernadores y sus legisladores (muchos de los cuáles están en el sector dialoguista y le facilitaron la aprobación de normas clave en el Congreso), «son del partido del Estado. No les importa si los argentinos están mejor o peor, solo les interesa el poder y la de ellos. Son parte del problema y no de la solución”.
En ese punto empezó la pulseada ante la posibilidad cierta de que el parlamento de luz verde este jueves a aumentos para jubilados y se asignen más partidas para universidades y discapacitados«.
“La intención de ellos (de los gobernadores, valga la redundancia) es romper todo. ¡Si La Libertad Avanza, arrasa! y ¡se tienen que jubilar!”. Los llamó “crueles» (despojándose él de ese adjetivo) y volvió a definir al Estado como “la organización criminal más grande de la economía”.
Aclaró qué hará si le aprueban leyes que vayan contra la “robustez macroeconómica” y el equilibrio fiscal generados por él y el equipo encabezado por Luis “Toto” Caputo y Federico Sturzenegger.
Más o menos, lo explicó así: “No va a pasar nada. El daño que puedan hacer será transitorio. Pueden joder todo lo que quieran, los aplastaremos en las elecciones; y si generan un impacto negativo, los espero el 11 de diciembre para revertir la situación”.
Avisó que ya tiene preparado el veto ante lo que se pueda aprobar en ambas Cámaras y que no le preocupa que se obtengan las mayorías para rechazárselo, porque lo va a “judicializar. No habrá efectos ni en el gasto público ni en la emisión de la moneda; se podrá generar una suba del riesgo país y moverse un poco el tipo de cambio…estoy absolutamente tranquilo”.
“Si querían hacer una maldad – continuó -, llegaron demasiado tarde”. No se privó de insultarlos: “manga de hijos de puta”, les enrostró. Reconoció que podrá haber “un efecto platita no querido”, que él resolverá después del 10 de diciembre, con la nueva composición parlamentaria.
Habló de todo un poco: reconoció que la gente no saca los dólares del colchón porqué, como los inversores, espera los resultados de octubre. Sobre YPF, primero culpó “a las pelotudeces inútiles” hechas por el exministro Axel Kicillof (hoy gobernador de Buenos Aires y principal opositor), amparado por “la ignorante” expresidente Cristina Kirchner. No obstante, sostuvo que el fallo de la jueza neoyorkina Loretta Presca “no tiene aplicación en la Argentina” y que no hay posibilidad de ejecutar su sentencia porque las acciones están en caja de valores.
Desplegó una fuerte defensa de su gestión e insistió en “privatizar todo lo que sea privatizable”. Incluyó a Aerolíneas Argentinas. Se desligó de lo ocurrido con el avión que trajo bolsos sospechosos en febrero pasado y está siendo investigado por la justicia, pero deslizó una inesperada defensa: “son inocentes hasta que se pruebe lo contrario” y le dio la derecha al manejo “discrecional” de las autoridades aduaneras.
Sobre la estafa con la criptomoneda $Libra, manifestó que la Oficina Anticorrupción demostró que es “inocente”. Redundó: “Es obvio que no hay corrupción porque no hay fondos públicos, no hay fondos del Estado”. Dijo no estar arrepentido del espectáculo que dio en su entrevista con Jonatan Viale. “No me arrepiento de lo que hice; ahora viendo el ruido generado no lo voy a volver a hacer”.
Tuvo ataques personales a periodistas. “Tiran la piedra, ¡que se banquen el vuelto!».
Y sin que se lo preguntaran, adhirió a la propuesta del premier israelí Benjamín Netanyahu, para le que le den el Nobel de la Paz al norteamericano Donald Trump, por estar poniendo fin “a 11 conflictos bélicos”.
Entusiasta activista de “la batalla cultural”, se extrañó que nadie lo “felicite” por cómo “bancó a Netanyahu”. Argumentó que “Israel fue atacado por una teocracia socia de la izquierda para romper las bases del capitalismo, basado en la tradición judeo-cristiana a favor de la libre empresa».


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