Por Eduardo Gomez Zaragoza de la Rosa de Córdoba
Pocas cosas como el apellido hacen que uno se sienta emparentado con alguien. Pero los nombres no son lo único ni lo más fuerte para experimentar esa sensación compartida. La música hace que personas de lo más distintas coincidan en un momento en que, sin piel o idea de color específico, se siente la fuerza del mensaje.
Entre las bellezas culturales que tiene la Argentina se encuentra el folclore, que ha sabido interpretar el cantante Federico Córdoba, fallecido la semana pasada a sus 73 años. El integrante de la banda norteña «Las Voces de Orán», se encontraba atravesando un tratamiento médico complejo, según había informado poco tiempo atrás la agrupación musical.
Nacido el 17 de julio de 1951 en Orán, provincia de Salta, Córdoba comenzó su carrera artística desde muy joven, hasta que en 1969 fundó el mencionado grupo junto a Martín Zalazar y Roberto Franco. Tres años más tarde fueron los ganadores del premio mayor del Festival Cosquín de la Canción, interpretando Chaya de los pobres, escrita por Ramón Navarro.
Córdoba, también compositor, nutrió al cancionero popular argentino con «Amar es un verbo triste», en compañía con Franco y Hugo Alarcón, entre otras obras.
Su canto de reflexión llegó hasta sus últimas apariciones, donde dijo: «El día que a mi me lleven, camino del cementerio, aunque vaya envuelto en oro, no tendré para el regreso«. Aquí el vídeo.


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