Cuento

En la noche de la duda

El dilema de una mujer que está sola en su casa y quiere dejar de cometer errores. Hace un repaso de su vida, la cual es buena, pero que no impide la aparición de los sacudones nocturnos que piden más y más.

Por Tomasina Lafuente Deldolor

¿Lo hago o no lo hago? Hace ya casi dos horas que estoy en este maldito juego. Son las once de la noche y a las nueve me decidí impulsivamente a abrir una botella de vino. Antes puse un poco de música y subí el volumen. No me preocupé por los vecinos porque es sábado a la noche y yo estoy sola en casa. Ellos deben estar con sus propios amigos, familiares, o damas de compañía.

Cada uno tiene sus propios vicios para saciar con agua salada el agobio de su soledad. No los critico. Aunque en realidad sí. Una cosa es empecinarse con el propio cuerpo, y otra es implicar a alguien más para terminar ambos convirtiéndose en cosas.

Quizá ese es el chiste que nadie le cuenta a los que van a ver prostitutas, que así como ellos deshumanizan la relación, dejándose llevar por su instinto animal, terminan convirtiéndose ellos mismos en algo mas recriminable que «la puta». Socialmente esta categoría se repite y mucho para los momentos peyorativos, pero se hace real cuando el cliente se encuentra en sus momentos más sinceros: las ganas de tener placer.

No hay nada malo en esto último, pero cuando se cosifica, tanto de un lado como del otro se están haciendo goles en contra. Como dije, no es que quiera criticar. Yo tengo mis propios errores, y es el alcohol.

Llegué a la mediana edad y me siento libre, libre de cargar con la idea de conocer a ese hombre que «me va a completar». Disfruto ver a un hombre bonito, pero ya no me vuelvo loca. Mejor lejos que cerca, incluso para él mismo. Concentré mis energías en cursos de manualidades y hacer algo de natación. La pileta me encanta, esa sí que es un agua bendecida.

Cuando el sol pega en las flores llevo con calma mi vida, ocupándome de la casa en el poco tiempo que me queda libre al llegar del trabajo. Ocho horas diarias en el siglo XXI… ¿cuándo van a bajar la jornada a las seis? Pero no importa, mi trabajo me gusta.

Agradecida por todas estas condiciones a mi favor -un trabajo saludable, un hogar ordenado, perseverancia en mi bienestar, autonomía máxima posible en una sociedad cada vez más dependiente de artefactos-, por las noches no puedo evitar sacudirme a mi misma.

Es el caso de hoy, en el que estoy vacilando entre hacerlo o dejarlo. Nadie va a venir, nadie va a mandarme un mensaje. La ayuda externa ya se apagó a esta hora. Y lo peor de todo es que se hizo tarde. Si tomaba a las diez estaba a tiempo, pero ahora estoy más cerca de la medianoche y me está dando sueño.

La impulsiva decisión de haber abierto la botella no me condiciona a tomar de ella. Al contrario, cada minuto que pasa considero en vaciar mi copa en la bacha de la cocina. No se qué va a pasar si ingiero el líquido, pero sí se lo que pasará si no lo hago. Mañana me despertaré con una sonrisa.

1 comment on “En la noche de la duda

  1. Avatar de Desconocido
    Anónimo

    fantasmas que acompañan. Ácido cuento. Me gusta

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