Por Osvaldo Nemirovsci
La frase de Laura Alonso, dirigida a cartoneros y recicladores – «Si te gusta hurgar en la basura» – , no solo es clasista, sino que revela una profunda indiferencia hacia quienes sobreviven en la marginalidad, como si la pobreza fuera una elección y no el resultado de un sistema desigual.
¿Desde qué privilegio se puede hablar con tanto desprecio de quienes rebuscan en la basura, mientras otros se enriquecen a costa de su miseria?
Hurgar en la basura no es un gusto. Es la cruda realidad de un país donde políticos como Alonso (NR: y otros muchos) han fallado en garantizar derechos básicos. En lugar de burlarse, debería preguntarse qué hizo ella – y su sector –, para que tantos argentinos terminen en esa situación.
Su comentario es el reflejo de una elite desconectada, que ve a los pobres como un problema y no como víctimas de décadas de abandono. Mientras algunos «hurgaban en la basura», otros llenaban sus bolsillos con privatizaciones y ajustes. ¿Quién ensució más el país?
Que una funcionaria use ese lenguaje deshumanizante solo confirma que para ciertos políticos, la dignidad es un privilegio, no un derecho. Ojalá Alonso dedicara la misma energía a combatir la pobreza que a estigmatizar a quienes la padecen.
Todo tiene que ver con todo y las elecciones que vienen, son un buen antidoto para «las Alonso de la vida».


Qué paradójico que una persona como Laura Alonso que ingresa al poder por el dedo de un político y disfruta de todos los privilegios de ser política tenga una respuesta tan miserable en relación a quien trata de comer de una forma honesta.