«Si no tienes miedo a la muerte, no te da miedo nada»

“Cuando llegas a este mundo, eres un espíritu que se encarna en un cuerpo, en una familia y tienes que construir un personaje (me llamo Enric, soy médico, soy español…). Si tú tienes la suerte de poder soltar ese personaje y descubrir la profundidad de lo que realmente eres, descubres que la muerte no existe, que lo que eres tú no es mortal. La paz, la conciencia y la sabiduría de eso que somos no están producidas por el cerebro. Eso es una estupidez de un método científico que asume una mentira que tiene la misma consistencia que creer en Papá Noel”.

Así encabeza su nota en Clarín, Sabrina Díaz Virzi. Con un textual de Enric Benito, médico español (Mallorca) que, tras una profunda crisis personal que puso su mundo patas para arriba, dio un giro radical a su carrera. Luego de dedicarse a la oncología, a los 48 años se volcó de lleno a los cuidados paliativos. Su trabajo amplió la dimensión de cómo acompañar a las personas en esta etapa, enfocándose no sólo en el cuerpo (en una instancia en la que ya no hay expectativas de curación), sino también en sus necesidades más profundas, y lo que hay más allá de lo medible por el método científico, llevando la espiritualidad al mundo académico.

Enseguida se dio cuenta que “el modelo de paliativos es muy rico, sabe manejar muy bien la morfina, los calmantes, la toma de decisiones, el trabajo en equipo, integrar la familia en los cuidados… Pero no teníamos artículos o conocimiento sobre lo que me parecía más importante: ¿qué es morir, qué es el sufrimiento, qué es la espiritualidad?”

Así, en 2004 formó un grupo de trabajo de espiritualidad en el marco de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos. Pero, ¿por dónde empezar a estudiar esto? “Nos dimos cuenta que teníamos un laboratorio de investigación muy bueno, la práctica clínica: en aquel momento yo tenía una planta con 20 camas donde morían 300 y pico de pacientes cada año. Si no eres tonto y tienes curiosidad, tienes un espacio maravilloso para ver cómo es eso de morirse”, contó en la entrevista con Clarín.

El descubrimiento más básico en ese momento es: ‘tú no tienes una vida, la vida te tiene a ti’. Y esa vida sabe más que lo que tu pequeña mente quiere controlar, porque tú no sabes dónde vas: no controlas nada. No controlas que salga el sol por la mañana, no controlas los latidos del corazón, no controlas que en este momento estoy haciendo la digestión del desayuno que me tomé. ¡No controlo nada! ¡Y todo funciona sin que yo controle! Por lo tanto, sé honesto, suelta el control y déjate llevar, porque la vida fluye de una manera maravillosa… si no te resistes”.

Además, dijo: “todas las tradiciones de sabiduría habían hablado de esto. Entonces hicimos un vaciado de Lao Tsé, Confucio, Buda, el hinduismo, el cristianismo, el taoísmo, el sufismo para explicar qué es la presencia, la compasión, la sanación. Además, algunos de nosotros teníamos un máster en sufrimiento, subrayó.

-El miedo a la muerte te impide vivir bien. Pero los humanos somos los únicos que podemos reflexionar sobre nuestra propia muerte. ¿Es posible vivir sin miedo a morir?

― En las tradiciones de sabiduría hay una frase muy interesante que dice “El que antes de morir muere, al morir no muere”. La conciencia es lo que somos y está encarnada en un cuerpo; descubrir eso vivencialmente hace que tú pierdas el miedo a la muerte, y en ese momento empiezas a vivir en plenitud.

Porque el miedo de la muerte es el miedo fundamental, todos los miedos dependen de éste. Si no tienes miedo a la muerte, no te da miedo la suegra, el gerente, el director general, ni la madre que te parió, o sea, nada. Entonces, vives con libertad, en profundidad, en autenticidad.

Porque además sabes que esto se va a acabar, ese espacio-tiempo que estás disfrutando se va a acabar. Con lo cual, poca broma, pocas tonterías. ¡Yo no tengo tiempo de discutir!

Hemos venido a disfrutar y a ser felices, a crecer, aprender, compartir, disfrutar, amar y dejarte amar. Eso es la vida. Y cuando la sabes vivir así, tiene otro color y otra intensidad, pero eso es gracias a que te has muerto, que ha muerto parte de tu ego.