Como la del próximo domingo es una elección por distritos y la única alianza que se presenta con el mismo nombre en los 24 es La Libertad Avanza, habrá interpretaciones para todos los gustos. La lectura fina, según los principales analistas, quedará para bien entrada la madrugada.
Según el cocinero de Humanidad, habrá varias espinas: ¿cuántos votos sumarán las listas de los gobernadores «dialoguistas» y que no van aliados a LLA? (son 14, incluidos los de Provincias Unidas); ¿cuántos juntarán las vertientes moderadas? y ¿cuánta polarización habrá realmente?
Todo se traducirá en cuántas piezas se quedará cada actor en el Congreso y cómo eso afectará el proceso de «ampliación de la base de sustentación política» que le reclama amistosamente Donald Trump al presidente Javier Milei.
La inquietud del millón del círculo rojo, es cuánta disposición habrá en los hermanos Milei para concretar la apertura en búsqueda de consensos permanentes necesarios, tomando en cuenta que la matriz del proyecto libertario es personalista, endogámica, verticalista, fundacional y mesiánica.
Trump no es un personaje que se resigne ante obstáculos grandes. Si puso en caja a Netanyahu y Hamas, cómo no lograr un acuerdo en su «patio trasero», sobretodo por imperiosas razones geopolíticas que le hicieron abrir la billetera.
Argentina tiene su costado díscolo – ni malo, ni bueno, simplemente incorregible, eternizó Borges – y para eso hay que remontarse al 26 de febrero de 1946 y la herramienta utilizada por el general Perón para ganarle al embajador Braden y la Unión Democrática.


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