Por Rubén M. Perina (Clarín)
El 28 de octubre el Washington Post publicó tres notas sobre la Argentina de Milei y su relación con el Estados Unidos de Donald Trump. El inusitado interés quizás se entienda en el marco de lo que llamo la “Doctrina Rubio” : “Los países que cooperan con EEUU tendrán beneficio». Inferida ésta de su nota en el Wall Street Journal “An Americas First Foreign Policy».
El interés por Milei viene desde su impresionante elección en noviembre de 2023, con 56% de votos, y con un mensaje de “outsider”, anti-estatista, (“menos Estado más libertad”), anti-woke, anti-regulación, anti-casta (elite política, mediática, intelectual) y anti-kirchnerista. Es el presidente favorito del team Trump y de la CPAC (organización conservadora). Milei le regaló a Elon Musk una sierra eléctrica, el símbolo de cortes en burocracia, empleados, gastos, subsidios y regulaciones del Estado.
Milei, “el Trump libertario de Sud America», ha visitado Estados Unidos varias veces, invitado para disertar en la CPAC, el American Business Forum, el Council of the Americas (empresarios) y universidades. Se ha reunido con Marco Rubio, secretario de Estado, con Scott Bessent, secretario del Tesoro, que lo visitó en Argentina, y con el presidente Trump que lo recibió en la Casa Blanca.
Pero también tiene sus detractores internos y externos. Son comunes las críticas internas por su lenguaje soez, descalificante contra la casta y opositores, incluyendo la oposición leal, periodistas, intelectuales o gobernadores que desaprueban de sus políticas y comportamiento. Estos lo reprochan por ignorar el presupuesto, congelar las transferencias de fondos a las provincias, las pensiones y salarios, o por las consecuencias sociales de la drástica reducción de subsidios en educación, salud y servicios públicos, o por la corrupción que se investiga.
En Estados Unidos, el New York Times, The New Yorker o la Associated Press se han hecho eco de esas críticas y han publicado notas que lo desdeñan. El New Yorker inclusive reporta críticas que lo tildan de psicótico, insensible social, economista mediocre, boca sucia, maníaco sexual, insinuando una relación incestuosa con su hermana.
El ajuste que implementó logró un déficit cero y el fin de la emisión monetaria, lo que redujo la inflación del 25% al 2% mensual. Pero para mediados de 2025, el ajuste generó un creciente descontento social con protestas en las calles, así como inseguridad financiera marcada por la corrida contra el peso, la subida del dólar y la falta de reservas. Ello más las denuncias de corrupción (criptomonedas, sobornos, influencia de narcos) produjo una fuerte caída en la aprobación de Milei y una contundente derrota electoral en la provincia de Buenos Aires el 6 de septiembre. Se pronosticaba lo mismo para las elecciones intermedias del 26 de octubre.
La inestabilidad financiera y el pronóstico electoral generó preocupación en el team Trump (Bessent, Rubio). Se veía un posible colapso financiero, que perjudicaría las chances electorales de Milei. Para apoyarlo, Bessent anunció un swap por 20 mil millones de dólares, compró pesos por el equivalente de 2 mil millones y sugirió un suporte adicional del sector financiero por otros 20mil millones. Trató así estabilizar el mercado cambiario y prevenir una crisis financiera que debilitaría a uno de sus principales aliados del hemisferio.
El resultado del 26 de octubre fue sorprendente. La Libertad Avanza (LLA) obtuvo el 41% de los votos, mientras que el kirchnerismo el 31%. Milei aumentó así sus bancas en Diputados de un 15% al 31%, más del tercio necesario para sostener vetos y decretos presidenciales. En el Senado, sus bancas pasaron del 10% al 25%, y con aliados ideológicos podría alcanzar una mayoría que pase y defienda sus propuestas legislativas. Dos factores podrían explicarlo: el miedo de volver al pasado kirchnerista, estatista, populista, inflacionario, caótico; y el rechazo al anti-norteamericanismo del kirchnerismo expresado en la campaña. No siempre la economía explica el resultado de una elección.
Pero más allá de prevenir el colapso financiero y la derrota del aliado Milei, el apoyo es una “inversión estratégica” para frenar la penetración e influencia china, el principal rival y desafío geopolítico de EEUU, en Argentina y la región. El team Trump percibe a Argentina como un aliado ideológico estratégico indispensable. Un aliado pro libertad económica, anti-Estado y anti-woke, que se necesita para contener el populismo estatista, así como la desafiante penetración China en el hemisferio.
Argentina además es un eslabón estratégico para acercar y asegurar la cadena de insumos (“nearshoring” or regionalización) de la economía estadounidense. Argentina tiene el potencial de contribuir al “nearshoring” pretendido con sus abundantes recursos agrícolas/ganaderos, minerales críticos, hidrocarburos, pero que requieren inversión. Y a ello apunta el Acuerdo marco sobre inversiones y comercio firmado entre ambos gobiernos en noviembre, que reafirma la “alianza estratégica” en desarrollo.
Para Milei el Acuerdo y la alianza son estratégicos también: su intención es insertar Argentina en el mundo capitalista y democrático liderado por EEUU. El gobierno norteamericano seguramente facilitará la aprobación de programas de sostén financiero del FMI o de inversiones en infraestructura del Banco Mundial y el BID; impulsará el financiamiento de infraestructura y comercio a través de la Corporación Federal de Desarrollo (FDC) y de fondos de inversión privados; y propiciará la cooperación y la modernización militar para proteger el Atlántico Sur de la penetración china.
El apoyo estratégico a Argentina es inédito y un ejemplo de cómo funciona la “doctrina Rubio” : Ser amigo de EEUU, o mejor dicho de Trump, tiene sus beneficios.


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