La tecnología – se comprueba todos los días – apareja prospectivas saludables, por un lado; pero por el otro, entraña riesgos muy grandes. Está comprobado el costado negativo del ser humano y la posibilidad – cierta según pensadores de la talla de Yuval Noah Harari – de que la inteligencia artificial (IA) se torne inmanejable y conduzca a la destrucción de la tierra en la que transitamos por un breve período. Ya bastante castigado está el planeta sin necesidad de los adelantos cibernéticos.
Hay una película egipcia «El otro padre», de solo 2 minutos y 31 segundos de duración, a la que se le viene atribuyendo haber ganado un premio (no dice el lugar) al mejor cortometraje en un festival de cine ígnoto. El director tendría 20 años. La película muestra como la gente se aisla con sus aparatos bobos y olvida una de las mejores cosas de la vida, la convivencia humana con amor y fraternidad. ¡Felices fiestas!
Pero la IA, basándose en el sitio argentino chequeado y en otro brasileño, señaló que el corto «es un bulo»: se mezclaron un comercial canadiense viral de 2017 y otro egipcio, ambos sobre la desconexión humana/tecnología o lecciones de vida. Invenciones no lejanas de la realidad.
Invenciones cercanas a la realidad. Invenciones al fin.
Humanidad 
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