Estamos continuamente haciendo cosas. Respirar, conversar, escribir, dibujar, dormir, viajar, descansar, trabajar o estudiar pueden ser algunas de ellas. ¿Por qué nos frustramos por el “no hacer” y por la “inactividad” aparente que a veces vemos en nuestra vida?
Muchos de nosotros hemos estado en esa delgada línea entre hacer algo o quedarnos con los brazos cruzados mientras nuestra mente nos pregunta por qué estamos nadando en la nada.
¿Pero por qué haríamos semejante cosa? Hay tanta vida en el mundo, que nadie más que un loco se encerraría en sí mismo, sintiéndose solo como camello en el desierto. Sin embargo, afortunada o desafortunadamente, así somos los humanos en determinadas ocasiones. Locos en el desierto.

Leer más:
Es que es en ese desierto donde vemos el “lado negativo” de la vida. Y no hay nada de malo en esto. Porque es justamente desde ese ángulo donde podemos ver lo que en el “lado positivo” nunca veríamos.
Sí, no hacer es parte del hacer. Es que, inevitablemente, cuando no hacemos estamos haciendo algo. Ahí aparecen las oportunidades. Vivir es mucho más que el solo lamentarse o alegrarse. Vivir parece ser el transitar todos esos espacios que justamente están allí para que nosotros los ocupemos. Especialmente, el vacío.
¿Cuántos nos hemos sentido vacíos? O al menos metidos en un mar que nos arrastra misteriosamente hacia la nada misma. Seamos pocos o muchos, es importante saber que esto también es parte de la vida.
Vida: Una palabra vacía que llenamos con lo que nos encontramos en el camino. Así, no paramos de hacer. Inclusive en el desierto.
Ahora cabe preguntarnos ¿qué hacemos cuando hacemos y por qué razón?


0 comments on “El humano en el desierto”