¿Es correcto, como parece – porqué nada es simple y, es más, la complejidad está en la esencia de las cosas – que el presidente Alberto Fernández, esté tan concentrado en sacarse “el muerto” de la deuda externa y que descuide otras cuestiones políticas candentes y la idiosincrasia rebelde de gran parte de los argentinos?
Los analistas, que la pifian y mucho, pero bien que se hacen los tontos cuando erran el vizcachazo, suelen profetizar y esconder en qué intereses abrevan, más allá que quieran presentarse como objetivos y verosímiles.
En un artículo publicado en La Nación, uno de ellos Sergio Berensztein, cuestiona al binomio gobernante (Cristina Kirchner es un fortaleza que permanece en pie pese a todos los embates) y se interroga con ironía: «¿cuál es el plan económico que Alberto dice esconder?» En la simulada partida de póker, donde efectivamente hay fulleros sentados en la mesa de juego y/o negociaciones.
La nota es extensa y a ella deben remitirse los lectores. Humanidad, rescatará un breve extracto. Se detendrá en uno de los ejemplos que Berensztein, toma y que remite a la dictadura, que llama “gobierno de facto” de Juan Carlos Onganía. Y que derivó (es nuestra historia) en el levantamiento de Córdoba, en 1969 (ahí pulula el peronismo que no se puede explicar), y la posterior asunción de Alejandro Agustín Lanusse (hoy rescatado por Cristina), previa parada técnica en Roberto Marcelo Levingston, exportado de los Estados Unidos. Ese tumultuoso proceso, concluyó con el fin del largo exilio de Juan Domingo Perón, el retorno a la Argentina salvaje de los ´70, el posterior fallecimiento del líder en julio de 1974, y el ascenso de los genocidas a la Rosada, el 24 de marzo de 1976.
Argumenta el columnista de TN: “Nada mejor que los clásicos para comprender las cambiantes realidades: Albert Hirschman, advirtió en 1989, mientras recibía el título de profesor honoris causa de la UBA, sobre los peligros de que un gobierno se enfoque monotemáticamente en una cuestión, como este lo está haciendo respecto de la deuda”
“Este experto – recuerda – aludió a un episodio oscuro de la historia nacional: un funcionario del gobierno de facto de Onganía contó a Hirschman que su plan era enfocarse primero en la economía, luego en lo social y en tercera instancia, en lo político”.
“Sostenía – prosigue – que los conflictos políticos impedían el desarrollo económico”.
“La historia – concluye – demostró que congelar o ignorar la política acelera la decadencia económica. El propio Onganía fue víctima de esa falacia: en un contexto de pleno empleo y aumento del salario real, su estrategia precipitó el Cordobazo, uno de los levantamientos populares más importantes de nuestra historia”.


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