Al final, como decía el extinto Raúl Alfonsín, la economía mundial se maneja como un casino. Alberto Fernández, a propósito, reveló que no descubre sus cartas en la dura renegociación por la deuda externa, porqué tiene frente suyo a jugadores de póker experimentados.
En su panorama empresario, el periodista Marcelo Bonelli, aportó jugosos entretelones – inscriptos en una estrategia internacional, donde por encima de la cual una mano misteriosa manejaría el tablero, como presumía Borges – y arriesgó un borrador: «El convenio incluiría un compromiso fiscal fuerte de Argentina y, por otra parte, la aceptación de un ambicioso plan de pago por parte de Washington».
Así la propuesta consensuada entre el ministro Martín Guzmán y la fan del papa Francisco, la titular del FMI, Kristalina Giorgieva, consistiría en reprogramar la deuda con los Fondos de Inversión, de acuerdo con el siguiente detalle:
- Postergar los vencimientos por un plazo máximo de tres a cuatro años.
- Argentina no pagaría intereses por ese período de gracia.
- Habría una quita pequeña de la deuda del orden del 15 %.
- Argentina ofrecería un pago inicial al contado.
Kristalina ponderó el apoyo político de Europa pero agregó que será necesaria una bendición de Estados Unidos. Eso pareció adelantar el presidente Donald Trump, al flamante embajador argentino Jorge Argüello
Bonelli reveló que el ex ministro Roberto Lavagna, hombre de consulta de Alberto, aconsejó «no sobreactuar el exitismo».
Una parte del texto acaparó la atención de Humanidad.
«Existe también un problema adicional y difícil en la negociación de la deuda. Se trata del enfrentamiento entre los bonistas y el FMI. Georgieva pretende que los Fondos de Inversión sean los que aporten una quita importante y contribuyan al saneamiento financiero argentino. Aun mayor al 15%«.
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