En “Mejor hablar de ciertas cosas”, el programa radial de Sergio Elguézabal – que sale de la lógica de la lucha cuerpo a cuerpo -, se replicó una respuesta al Washington Post, de un chico llamado Clark, al que se le preguntó, igual que a otros, cómo definiría la crisis del coronavirus en una frase: “Es como si vas a cruzar una calle, miras con cuidado a ambos lados y, de repente, te atropella un submarino…».
Irracionalidad al palo. En vísperas del endurecimiento de las medidas del Gobierno para prevenir el segundo brote de contagios, comunicadores de uno y otro bando presentan la disputa de manera exacerbada, como si el choque – social –. fuese inevitable.
Humanidad tomó apenas algunos apuntes del malhumor colectivo. El hoy opositor Joaquín de la Torre, exintendente de San Miguel y exladero de Mariú Vidal, desde el registro automotor que posee en José C. Paz, en el conurbano bonaerense, se atribuyó ser el lanzador de la fracasada “ancha avenida del medio”. A renglón seguido insistió- sin una fórmula mágica -, en que sería muy provechoso “salir de la lógica blanco o negro”.
De la Torre corre tras una utopía (lugar inexistente, según Tomás Moro): no subestimó a la gente (más pobre), prisionera del Estado que vota por la economía y todos los demás asuntos, pero no ocultó su escepticismo: gobernadores, intendentes, legisladores y jueces “siempre se quedan dónde están”. Zona de confort, por ahora. Sólo por ahora. ¡Se olvidan de 2001!
Imaginó una quimera: sostuvo que una porción importante de la sociedad quisiera ver detrás de un mismo proyecto a dirigentes de Juntos por el Cambio y el Frente de Todos. ¡Pelota en el aire!
Sin resignarse, de la Torre propuso “dejar de flagelarse” y concretar propuestas de futuro ¿Las mismas que se escuchan en todas las campañas electorales? “Hay que salir por arriba tras la tercera posición”, dijo sin explicar el cómo y con quién.
El ensayista Alejandro Katz, soportando las bromas cordobesas del saltimbanqui Luis Juez, intentó transitar por el camino del medio (estrecho) en el programa de cable de Diego Sehinkman.
“Se hizo casi todo mal, seguirá así: hay corrupción, ineficiencia, falta de inteligencia, pero si se politiza será peor”, advirtió.
En una mesa que no le aceptaba su flexibilidad de criterio para dialogar, Katz exhortó a no dejar que los argumentos ideológicos superen a los empíricos en la lucha contra la pandemia y conceder que debe haber un equilibrio entre la libertad de movimientos y el control estatal.
Reclamó reconocer que hay recursos escasos de vacunas y que no es posible recitar un discurso descalificador del adversario. Le pidió, verbigracia, a la oposición que en lugar de llamar “totalitario y corrupto” al Gobierno colabore explicando mejor lo que habría que hacer para tirar del carro de manera coordinada.
Pasando por alto la inquina de Juez – éste aseguró que no quería ser “pendenciero”, sin dejar de provocar: “Alberto destrozó – dijo – su palabra y es un fracaso” -, Katz alertó que no es posible disputar todo el tiempo “una verdad absoluta contra otra verdad absoluta”.
¿El ámbito es propicio?, tiró el anzuelo Sehinkman. “Básicamente, no. El país es tóxico. Está capturado por la polarización”. Telón: de mal en peor.
Humanidad 
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