En su primera declaración pública, el exmarino argentino Roberto Guillermo Bravo (de 79 años), declaró en el juicio que enfrenta en Miami por su papel en la denominada Masacre de Trelew: un hecho en el que, hace 50 años, fueron asesinados en el penal de Rawson (provincia de Chubut), 16 miembros de distintas organizaciones armadas peronistas y de izquierda, capturados tras un intento de fuga, informó hoy la agencia norteaamericana AP.
Bravo quien se fue al país del norte en 1973, se nacionalizó estadounidense en 1987 y desarrolló una vida empresarial que lo convirtió en millonario, dio su testimonio sobre el grupo de prisioneros: «Recuerdo que había una masa de personas que se nos venían encima. Dije disparen dos veces…y disparé a todo lo que se movía y venía hacia nosotros», manifestó reconociendo que fue el primero en hacerlo y que tiró 30 balas.
El exmarino enfrenta una demanda civil iniciada en octubre de 2020 por familiares de las víctimas. De acuerdo con la querella, Bravo y otros militares “dispararon y mataron a 16 prisioneros políticos desarmados e hirieron de gravedad a otros tres” que luego desaparecieron, y participaron en torturas y ejecuciones extrajudiciales que violaron leyes internacionales y de Estados Unidos. Un jurado de 7 miembros dará su veredicto al final del juicio.
Pese a que la masacre fue en Argentina, la Ley de Protección de Víctimas de la Tortura permite acciones judiciales si los acusados están en Estados Unidos.

Interrogado por el abogado de los demandantes y por su propio defensor, contestó en inglés cerca de tres horas. En varias ocasiones – señaló la crónica de AP -, dudó y se desdijo con respecto a un testimonio anterior que había ofrecido en 2021 frente a los letrados y varias veces indicó que no recordaba bien los hechos.
La defensa alegó que han pasado ya muchos años, más de los previstos por las leyes norteamericanas, pero los demandantes aseguraron que no se presentaron antes por varios motivos, entre ellos, que hasta 2008 no supieron dónde estaba.
Bravo dijo que la noche de la masacre estaba cenando en la base naval y había tomado unas dos copas de vino cuando llegó un marinero a avisarle que dos guardias que custodiaban las celdas estaban preocupados y lo querían ver. Según Bravo, fue (el capitán Luis) Sosa – que está muerto -, quien al llegar a las celdas ordenó que se quitaran las trabas de las puertas y que los presos salieran y formaran una fila.
Sosa – siempre según el relato de Bravo -, caminó ida y vuelta por el estrecho pasillo que separaba las celdas y en un momento se cayó de rodillas. Uno de los presos, Mariano Pujadas, agarró su arma y efectuó dos disparos, dijo Bravo, que justificó así la orden que dio para disparar.
“Todo pasó tan rápido que lo único que recuerdo es que mi adrenalina estaba en un nivel muy alto. No tuve tiempo para pensar”, declaró. “Tenía que parar eso”, dijo y sostuvo que los presos avanzaban hacia él y los otros militares.
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