A veces los enojos son equívocos. La fuente del malestar puede estar en un lugar distinto a la situación que en apariencia nos saca de las casillas. Pero cuando el enojo es directamente sobre algo que está totalmente localizado y verificado, entonces hay allí un aprendizaje de vida a tener en cuenta. Carlos Castaneda en su libro «Las enseñanzas de Don Juan» nos muestra cómo nuestro enojo le da el control a las otras personas, y nos remarca la importancia que le damos a aquello que nos enojó.
– ¿Está enojado conmigo Don Juan?
– ¡No! ¡Nunca me enojo con nadie! Ningún ser humano puede hacer nada lo bastante importante para enojarme. Uno se enoja con la gente cuando siente que sus actos son importantes. Yo ya no siento eso.
Quien pudiera no enojarse por nada estaría demostrando cualidades sobrehumanas, o cierto grado celestial de aprendizaje que tanto se lo asimila al de los budas. Llegar a ese nivel no es lo que se busca, sino detectar por qué se siente lo que se siente, y decidir si darle o no entidad a situaciones y personas que no se merecen nuestro enojo, siquiera nuestra atención.
0 comments on “Dime qué te enoja y te diré qué te importa”