El mundo ha pasado y pasa por distintas circunstancias. Pero siempre hay tiempo para el amor. Esa sensación única y creadora, capaz de levantar cualquier ánimo y quebrar todo hechizo. ¿Será por su magia superior? ¿Será por lo que es, sin querer ni pretender ser ningún tipo de poción? Porque el amor tiene varias formas de aparecer en nuestra vida, pero difícilmente pueda ser algo artificial, creado por otro para modificar los sentimientos ajenos. El amor es personal. Y cruzarse con él lo convierte en algo social.
En este vídeo el relator nos cuenta cómo busca desenfrenadamente a su próxima pareja en las aplicaciones de citas, donde los algoritmos y las especificidades de los perfiles tratan de unir lo que cupido en su estado natural no puede. Justamente en esto radica la reflexión del muchacho: ¿por qué ver la «oferta» de personas en el celular cuando podríamos tener a nuestro gran amor al lado nuestro? ¿Qué hay de aquellos que vemos en la vida real? ¿No valen?
Indudablemente este dilema cae en un saco propio del siglo XXI. Nuestros abuelos e incluso nuestros padres se conocieron fuera de la red de telecomunicaciones que hoy conocemos. La forma de encontrarse era distinta: en la vía pública, en una colonia, en una comunidad, en la fiesta multitudinaria del tío Pimpín. Hoy día siguen existiendo estos flechazos pero como en todas las otras áreas, la informática ha transformado radicalmente las conductas humanas y las relaciones sociales.
En todos los temas, y mucho más en aquellos que involucran los cambios tecnológicos, existirán férreos opositores que desprecien el avance material de la historia ante los eventuales y posibles riesgos en la tradición y las costumbres. Esto ocurre muchas veces por el miedo y la incógnita de la incertidumbre.
Si lo que hacemos nos convertirá en peores seres humanos, lo peor que podrá pasar es que el apocalipsis llegue más pronto de lo esperado. Pero si actuamos con consciencia, todo error puede convertirse en un aprendizaje. Y volviendo al tema del amor, vaya si conocer a alguien no es una de las experiencias más enriquecedoras, por lo traumático y lo agradable que puede ser.
Humanidad 
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