Medio ambiente Sociedad

Socialicemos las naranjas

Contra los pillos y los que nadan contracorriente en época de calentamiento global, Elguezábal cuenta lo que pasa en una feria municipal. Y recomienda: ser solidarios comprar cerca, fresco y de estación.

Por Sergio Elguezábal

El cajoncito que les muestro tiene naranjas caras y de mala calidad. Las ofrecían el sábado en el puesto de una feria municipal en CABA. A $1.500 el kilo. «Vienen de España», decía el vendedor. Mil quinientos pesos el kilo (lo escribo así también para que nadie se confunda). Eso sin contar lo que nos cuesta en emisiones para el planeta traer naranjas producidas a 12.000 kilómetros. Es todo lo opuesto a lo que hay que hacer en tiempos de calentamiento global y crisis de las especies. Lo que hace bien es comprar cercano, fresco y de estación.

Este año tendremos en Argentina muy baja producción de cítricos por la sequía. Hay que prepararse para eso. La solución no es comprar esta porquería, la solución es variar, elegir otras cosas, reemplazar lo que naturalmente no podamos obtener. El tiempo que vivimos nos exige una ciudadanía activa, tomar más decisiones, renunciar. Este es un buen caso para entrenarnos. Nadie se muere sin naranjas por unos meses.

Y en los pueblos, especialmente en los pueblos donde abundan las plantas de mandarinas, limones y naranjas, anímense a socializar la carga de la planta. Compartan con los vecinos, salgan a repartir o hagan correr la voz de que tienen una planta que «se viene abajo de mandarinas». Desperdiciarlas y que terminen podridas en el piso o que se las coman los pájaros es un descuido que hace mal.

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