El escritor Martín Caparrós señaló que «la gran ilusión» de hace 40 años, sintetizada frase del extinto presidente Raúl Alfonsín, de que «con la democracia se comode, se educa, etc», no se concretó. «La democracia es una condición necesaria pero no suficiente; la gente ni come, ni se educa ni se cura. Esto produce una decepción democrática muy fuerte en la región. Hay toda una generación que nació en este sistema y que en muchos casos nunca ha podido vivir como quería. Para la generación previa, como la mía, la democracia fue una conquista», declaró.
En una entrevista concedida a La Nación, se le preguntó si le parecía justo que se eche la culpa de la crisis a los políticos. Contestó: «Me parece fácil. En todo caso, es culpa de nosotros. Hay un determinado gobierno y determinados políticos porque los ciudadanos lo permitimos o lo alentamos. Lo que más les reprocho a los políticos es que nos han convencido de que la política es lo que hacen ellos, eso que asquea a la gente, con lo cual nos privan del mejor instrumento que conocemos para mejorar nuestras vidas. Ese ha sido el gran truco triste de los últimos 40 años».
Sobre el fenómeno «anticasta», liderado por Javier Milei, opinó: «Es muy brusco que un tipo pueda decir que en la Argentina se pueden vender órganos y niños, y que hay que acabar con la educación pública obligatoria y que hay que andar armado, y que tenga más del 10% de intención de votos».
«Es una medida – agregó -, de lo mal que estamos. ¿Cómo evalúa cada ciudadano lo que vota? El derecho al voto es decisivo pero también existe el deber de informarse en serio y no votar a alguien que vaya a hacer lo contrario de lo que vos creés que hay que hacer».
Cuando se le hizo notar que el presidente de la Fundación Libro, Alejandro Vaccaro, recordó que en la feria actualmente en desarrollo no se permitiría la participación de aquellos que apoyaron y apoyan la última dictadura militar, Caparrós, expuso su desacuerdo.
«Hay que soportar – argumentó -, que cada uno diga lo que quiera y después habrá que rebatirlo. Es volver a creer que la palabra crea realidades. ¿Quién tiene derecho a establecer lo que se puede decir y lo que no? No me parece, hay que poder discutir las cosas abiertamente y creer menos en el poder de las palabras. Si yo me arrogo el derecho de decretar qué se puede decir y qué no, ¿quién me dice a mí hasta aquí o hasta allá? Hoy pongo límites por la buena causa y mañana porque a mí se me cantan las pelotas. No creo en eso».
Sobre el periodismo en la Argentina, primero dijo que no tenía opinión, tras lo cual ironizó: «Solo hablaré en presencia de mi abogado, aunque debo expresar que se publican muchas cosas que dan un poquito de vergüenza«.
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