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Clarín quitó dos signos de identidad desde 1945: eliminó el lema del fundador Noble y cambió el logo

Los cambios de diseño, acorde con los adelantos tecnológicos, son una constante en los medios de comunicación. Sin embargo, gran sorpresa provocó que el diario Clarín, emporio periodístico, haya eliminado signos identitarios del fundador Roberto Noble.

Por Iván Ético (Especial para Humanidad)

“Tristeza, impotencia”. Así calificaron en la redacción del ¿poderoso? matutino porteño Clarín, la decisión de las autoridades de modificar el histórico logo que identificaba desde hace 78 años al diario, fundado por el doctor Roberto Noble el 28 de agosto de 1945.

El recorte, doloroso e injustificado para los viejos periodistas que aún permanecen en el edificio de Piedras y Tacuarí, se da en medio de un nuevo rediseño de sus páginas.

Pero ahí no queda todo. Las mismas autoridades eliminaron lo que nadie hubiera jamás imaginado: el lema, el apotegma escrito, pensado por el propio artífice del diario, Roberto Noble, y que desde aquella mañana del 28 de agosto de 1945, acompañaba con una cinta roja el cabezal y el logo. Y que decía “Un toque de atención para la solución argentina de los problemas argentinos”.

Ambas decisiones, sin argumentación pública válida. “Gravísimas e incomprensibles”, calificaba anoche un fotógrafo ingresado en los años 70 y todavía fiel lector del diario en papel.

El pasado lunes 18 de este mes, el logo y el apotegma aparecieron por última vez. Un viejo arrabalero recordó aquel verso de Enrique Cadícamo: “Si la barba hasta a Cristo se la han afeitao”, del tango “Al mundo le falta un tornillo”.

En realidad, Clarín comenzó hace varias décadas un proceso de transformaación, acompañando los nuevos tiempos tecnológicos, con la llegada de Internet y el avance inevitable, imparable e ineludible de las redes sociales en el cambio de las comunicaciones.

Un toque inconsulto

Para ello, tamaña tarea fue encargada a un estudio español dedicado al rediseño de diarios en distintos puntos del mundo. En este caso, recayó el trabajo en los catalanes del estudio de Antoni Cases. Justamente, uno de los cuestionamientos entre los periodistas es haber entregado la tarea de reformular la imagen del principal diario argentino a un equipo de profesionales extranjeros, “con visiones, tendencias y criterios alejados del gusto y las costumbres del lector argentino”.

El malestar es crecienteñ- Y, dicen, “bien fundado, porque son evidentes las contradicciones entre lo que la conducción de Clarín sostiene – la defensa de los contenidos, mejor y más ágil lectura -, con lo que ahora se ofrece con este último rediseño”.

Las quejas de cronistas y hasta editores van desde “mucho menos espacio, por lo tanto, menos contenidos para el lector, como la monotonía como rasgo evidente entre una noticia y otra”. Ejemplifican: “Todas las páginas tienen títulos con casi la misma tipografía. Una noticia no sobresale de otra por su peso e importancia. Y se privilegia la foto grande aunque sea poco noticiosa, en perjuicio del espacio para más texto y lectura”.

De todas formas, señalan quienes ya vivieron no menos de cinco o seis rediseños, que “nunca, jamás, imaginamos que viviríamos el momento en que partirían por la mitad el logo con el muñequito rojo con Clarín, y eliminarían sin reparo alguno el lema/apotegma que el propio Noble estableció al fundarlo como línea de conducta sagrada a seguir todos los días y que fue la verdadera identidad para lo que fue en su momento, el diario de mayor tiraje y penetración, de habla hispana, en América Latina”.

Un editor, algo más reflexivo, pero no menos enojado, lamentó que Clarín, como suelen hacer muchas grandes empresas en el mundo que deciden modificar su logo identificatorio de muchos años, no haya optado por por hacerlo “de una forma más amigable. Principalmente – indicó -, por respeto a la historia del producto, en este caso el diario».

Estimó que «hubiese sido oportuno una encuesta no vinculante entre su personal, de forma tal que los propios empleados pudiesen aceptar o rechazar e, incluso, hacer propuestas».

«Sin embargo, lo modifican sin darle participación a su plantel de empleados y personal jerárquico, muchos de los cuales superan los 40 años en la empresa”, concluyó.

Lo mismo, añaden, para eliminar la propia letra de un pensamiento de su fundador. En última instancia, comentaban anoche, “la decisión siempre hubiese quedado en manos de la dirección, pero el personal se hubiera sentido reconocido con un pedido de opinión».

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