Las primeras horas muestran a un presidente electo, Javier Milei, que «antes de coronarse futuro rey, está desnudo y sus nuevos socios (NR: que giran alrededor del líder del PRO, Mauricio Macri), se apuran a vestirlo», evaluó Eduardo Fidanza.
Para el sociólogo, en una escrita en Perfil, a Milei le llegó el momento de cambiar «la hiperrealidad (o realidad aumentada) por la realidad».
«Por empezar – explicó -,, en la democracia, que es un juego de equilibrios y contrapesos, existen dos restricciones, que reducen la libertad a un eslogan. La primera son las relaciones de poder entre los actores que intervienen; la segunda, son las reglas burocráticas que regulan la acción. Ambos factores le otorgan a la sucesión temporal un ritmo parsimonioso, que pone a prueba la ansiedad del líder. Muchas veces él cree que el éxito electoral disipará velozmente los impedimentos, pero la evidencia fáctica muestra que no es así. La democracia soft son los votos, la hard es lo que se describe aquí«.
«En este contexto – alertó -, los desafíos del nuevo presidente lucen desproporcionados. Llega de un mundo ilusorio a una realidad extremadamente compleja. Su escenificación lo llevó a sobreprometer para cautivar, siendo fiel a la seducción que rige el espectáculo. No está claro cómo compatibilizará su debilidad política estructural con el desmesurado cambio que prometió. Y tampoco la urgencia del shock económico con el inevitable gradualismo del consenso político necesario para sustentarlo».
«Pero aún resta un interrogante mayor: ¿cómo gobernará un país de centroizquierda – modelado por la cultura de sus dos grandes partidos históricos –, con un programa de derecha tatcheriana, bajo el supuesto de que no hay alternativa? Más que el radicalismo inoperante – destacó –, importa el peronismo subsistente que, aun perdiendo elecciones, conserva factores de poder cruciales, como sindicatos, movimientos sociales, gobernadores e intendentes. Hay que preguntarle a Macri».
«Eso – continuó -respecto de la economía, pero falta considerar los consensos tácitos sobre la dictadura militar, el aborto legal, las políticas de asistencia social, las nociones de justicia y equidad distributiva. Estos logros serán defendidos en el Congreso, pero también en la calle, ejerciendo el derecho a protestar. Hay que preguntarle a Patricia Bullrich».


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