La legalización de la marihuana, el cannabis, es una suerte de «Caballo de Troya», que le ha permitido a los narcotraficantes ganar una batalla cultural que permite la introducción de otras drogas «duras», denunció en un artículo de opinión Juan Yaría, especialista en adicciones.
Aportó datos. He aquí algunos: 1) en 2017, 271 millones de personas consumieron algún tipo de estupefaciente, más del 5,5% de la población mundial entre 15 y 64 años; 2) la oficina contra la droga y el delito de Naciones Unidas alertó sobre un aumento de casi 30% en los últimos años; 3) si los consumidores integrasen un país, ocuparían el cuarto puesto en número de habitantes; 4) la preferida continúa siendo el cannabis y derivados: hay casi 300 millones de consumidores, contra 53 millones de otros opiodes, con curva ascendente en ambos casos.
Yaría hizo historia y reprodujo opiniones de pensadores, todos los cuáles deploraron el narcisismo que se eleva con las drogas y conduce a la esclavitud y perdida de identidad. Lo advirtió el filósofo español José Ortega y Gasset: se llega a una situación de «perpetuo arresto en casa», o sea una especie de «autismo tóxico». La consecuencia – explicó -, es el vacío, una angustia que devalúa al ser humano. La droga se vende como un «plus» de alivio para sofocar una neurosis colectiva, con la promesa de recuperar «el paraíso perdido».
El especialista volvió a enfatizar en los procesos de desfamiliarización, que derivan en manipulación y disciplinamiento social, y transportan a una «intemperie masiva» de desaparecidos sin nombre, según la expresión del mexicano José Octavio Paz. Recordó que Baudalaire (autor de «Las flores del mal»), predicaba que el alcohol era la religión de los «desesperados». Igual que la marihuana, acotó Yaría.

«Algo grave le sucede a una sociedad – estimó -, cuando la venta de antidepresivos, junto con otros fármacos hipnóticos, ansiolíticos y amnésicos, se han disparado. Las cifras señalan un gentío psíquicamente enfermo», lamentó.
De los afectados totales (según informes oficiales) unos 585 mil fallecieron durante 2017. Dos de cada tres muertes en el mundo corresponden, especialmente, al fentanilo.
No dejó alertar sobre las consecuencias letales en Estados Unidos: 300 muertes diarios por ingesta de fentanilo. Mencionó la película «El negocio del dolor» para referirse a laboratorios, cuyas prácticas son como un árbol gigante con ramificaciones nocivas en otras partes del planeta.
«El cannabis, considerada la menos peligrosa – recalcó – es dañina cuando se consumo en edades jóvenes. Es la puerta de entrada a otras drogas y cuando se combina con el alcohol, produce estragos».
En su larga nota, que se puede leer completa en la edición del domingo del diario La Prensa, Yaría lamentó que «la prevención como fenómeno global y masivo esta cancelada». Se molestó, además, por la poca atención que se presta al «fracaso escolar» y a los actos de vandalismo entre la juventud. A modo de corolario, vinculó la proliferación de los narcos con la corrupción, las crisis económicas, y la desafección política, entre otras.


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