Por Ignacio Zuleta
Este este fin de semana aportó el regreso de Mauricio Macri a Buenos Aires. Los faroles están sobre él por la campaña del oficialismo para hacerle el abrazo del oso y comprometerlo con el gobierno.
Esta iniciativa descansa sobre la comunidad de proyectos y el encabalgamiento de electorados entre Milei y el sector derechoso del PRO. Pero Macri resiste ponerle prisas al empeño. Mandó a enfriar el entusiasmo, con la consigna de que primero hay que ordenar al partido bajo su presidencia.
En la semana que comienza espera reunirse con caciques del interior y con un grupo grande de los intendentes del PRO de todo el país. Pero nada de fusión. Macri tiene destrezas de vestuario para manejar al Presidente. Javier Milei – afirma -, es un tipo emocional y hay que cuidarlo. Hay que acercarle lo que necesita y también indicarle qué curvas no se tiene que comer. Pero no hay echarse en brazos de él.
¿Convergencia? En el Congreso, recién en mayo. ¿Cristian Ritondo al interbloque? Ni loco, dice Cristian a quien quiera escucharlo. Hoy preside el bloque del PRO y solo deja el cargo si le dan la presidencia de la Cámara.
Si lo quieren en el interbloque que arme el PRO con La Libertad Avanza, lo hacen saltar para arriba y teme lo saquen de la presidencia del bloque PRO. Esta situación la vivió en su momento Mario Negri, que fue eficaz como presidente del Interbloque de Cambiemos porque conservó al presidente del bloque de la UCR.
Este enfriamiento que pide Macri responde a vacilaciones razonables. Cree que debe haber unidad en listas de diputados y senadores del 2025, pero no antes. Debe regular el compromiso con Milei, que ya que capturó ese electorado y le hizo perder a Cambiemos las elecciones presidenciales.
Si Milei encarrila su gestión, puede formalizarse esa relación. Pero si sigue patinando, lo mejor es estar lejos. El Presidente insiste en el silencio sobre sus relaciones con el peronismo, al que halaga tirándole flores a Cristina Kirchner. “Es intelectualmente honesta y el problema es que adhiere a un modelo que es una porquería”, dijo sobre el documento.
El público de Milei espera algo más que estas caricias dialécticas. También se desmarca del macrismo cuando se rodea de ex del gobierno fernandista como Guillermo Francos o Daniel Scioli, quien es funcionario “ad honorem” porque fue vicepresidente y tiene una pensión como tal.
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En las antípodas del pensamiento ideológico de Milei, Cristina estima que es el político que hoy «tiene más coraje» que ninguno, incluso que los peronistas. La revelación de Navarro, a días de la entrevista del Presidente con Francisco.
En 2015 Macri presionaba sobre la convención de la UCR de Gualeguaychú, para que rechazase una alianza con Sergio Massa en las elecciones presidenciales de aquel año.
El argumento era que, si eso ocurría, la alianza de 2015 terminaría jugando dentro de una interna del peronismo. Con el mismo argumento dinamitó la posibilidad de sumar a su fuerza a la mesa de Córdoba, que animaban Juan Schiaretti, Miguel Pichetto, Roberto Lavagna, Massa y Juan Manuel Urtubey.
Ese proyecto lo impulsaba Rogelio Frigerio, su ministro más importante, que llegó a proponerle que en prenda de compromiso designase a Osvaldo Giordano en el Anses. Macri lo rechazó – otra vez –, con el argumento de que terminarían jugando una interna del peronismo.
Temía que en 2019 terminase todo en un ballotage Schiaretti-Cristina. Pasados los años, con este acercamiento a Milei, que es un peronista vergonzante que convive con el peronismo sociológico, puede terminar en ese infierno tan temido de jugar en una interna del peronismo.


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