El darwinismo social de Milei lleva a que la puja social ¡explote!

«Caracterizar a (Javier) Milei como un hombre al que no le importa el padecimiento de la sociedad, es subestimar la importancia de las ideas anarcocapitalistas que lo guían. Más que maldad intrínseca, se trata de darwinismo social sustentado en esa teoría económica», sostuvo hoy Gustavo González, en Perfil, al comentar puntualmente el escándalo de la acumulación en depósitos de alimentos para necesitados, que desató un escándalo y espulsiones en el Ministerio que conduce su amiga, la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello.

Comentó el periodista que en la Universidad de Stanford, Milei volvió a decir: «Va a llegar un momento en que la gente se va a morir de hambre, con lo cual, o sea, digamos, va a decidir de alguna manera para no morirse. No necesito (como Estado) intervenir. Alguien lo va a resolver».

La semana anterior, recordó además, ya había dicho que «si una persona no llegara a fin de mes ya se hubiera muerto».

«Milei – afirmó González -, si puede ser cruel y, consciente o inconscientemente, derramar desde el poder la crueldad que sufrió de niño. Pero esa es una patología, no un objetivo buscado».

«Lo que en Milei se corporiza como maldad – conjeturó -, no es más (ni menos) de que el individuo es responsable exclusivo de su destino y que la unión de los egoísmos personales terminará promoviendo el desarrollo el desarrollo social. Cualquier intervención estatal, por más que parezca una ayuda solidaria, termina dañando a todos. Incluso a quienes dice beneficiar».

Aseguró también que «lo que motivó que durante días el Gobierno se negara a distribuir alimentos y tratara de mentiroso a (Juan) Grabois, no fue ánimo de daño. Fue desinterés. Porque el libertarismo, a diferencia del liberalismo, desprecia cualquier mínimo rol del Estado».

En la misma columna de opinión, acotó: «Es correcto que, en todo caso, el daño causado es el mismo. Y que ese daño puede generar las mismas consecuencias políticas, sociales y judiciales»-

En el aspecto ideológico, consignó que «Milei, como la escuela austríaca, toma de Adam Smith, la noción de que ´no es de la benevolencia del panadero de donde obtendremos nuestra cena, sino de su preocupación por sus propios intereses´, pero sin las consideraciones éticas del autor de la Teoría General».

«También rechaza las intervenciones estatales que el liberalismo fue adoptando desde principios del siglo XX para resolver los fallos del mercado que Milei niega«, apuntó.

«El Presidente – afirmó -, considera inevitable que haya ganadores y perdedores. Y acepta que estos pueden pasar hambre si no hallan una forma de evitarlo, como explicó sobre la opción de conseguir dinero vendiendo órganos».

Según González, «para Milei el mercado expresa la puja de intereses en una sociedad. En lugar de apaciguar esa puja, lo correcto es dejar que explote».

«Por eso – abundó -cuado un anarcocapitalista dice que no existen fallos en el mercado, lo que quiere decir es que lo que no falla es el egoísmo personal. Cuanto más egoísta y más beneficios para sí logre una persona, más terminará beneficiando al resto, aunque ese no sea (ni deba ser) el objetivo. Hasta los monopolios, que para el liberalismo son capaces de destruir el mercado y el propio capitalismo, para el libertarismo son positivos».

«…esa es la idea detrás de la que se puede percibir como una maldad agravada por la violencia gestual y discursiva del Presidente», consignó.

La destrucción del Estado, que para muchos significa perder el trabajo, pagar más tarifas o no encontrar comida en un comedor popular, para Milei – especuló -, es terminar con ´una organización criminal´«.

Contó al final de la nota: «Tiempo atrás, un amigo del estratega Santiago Caputo, le advirtió que los empresarios estaban inquietos debido al caos que encontraban en los ministerios y en las estructuras burocráticas del Estado».

«Cuenta – refirió -, que la respuesta de Caputo fue: ´Perfecto. ¿O que esperaban de un gobierno anarcocapitalista?´».