«Cada vez que hablaba con su esposa, Camargo no podía controlar sus sentimientos peores.
En los primeros años de matrimonio, él se iluminaba por dentro cada vez que estaban juntos. Ahora le sucedía al revés: sentía unas ganas irreprimibles de hacerle daño.
Deseaba verla sufrir, caminar descalza por los baldíos calcinados, suplicar, hozar en la basura. La voz con que ella le respondía era siempre dulce».


Me gustaría saber la razón…
es un fenómenos interesante esa transformación, a veces, creo que cuando él me dijo que cada vez que me veía quería dañarme era… era porque yo era un reflejo de lo que se le escapaba de las manos, o una versión que él reprimía de si mismo…
Gracias!