Por Artemio López
En los años ochenta se decía que “los argentinos tienen un enano fascista adentro” (NR: se lo manifiestó la periodista ensaysista italiana Oriana Fallacci (1929-2006) al periodista Bernardo Neustadt (1925-2008), en julio de 1983).
Esa expresión se la utilizó para mencionar que los argentinos no eran fascistas al estilo europeo, pero que en algunas curvas podían pasarse de la pista.
El acto realizado por los libertarios en la Sociedad Italiana de San Miguel en noviembre, donde llamaban a ser “el brazo armado” de Javier Milei, remite a esa metáfora y al debate sobre los modos en que la violencia política está cambiando: van mutando: del odio discursivo al intento de magnicidio de la vice presidenta Cristina Fernández de Kirchner en 2022.
Ahora son los militantes del gobierno que adoptan reflejos fascistas, a pesar de que Milei proviene de una extracción más bien liberal. ¿Podemos decir que el futuro del gobierno será marcado por la violencia política desde el Estado? Creemos que no, pero nunca hay que descartar los peores escenarios.


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