Cuando quiero escribir pero no me nace el qué.
Cuando quiero que mi fantasía en la que nos abrazamos se haga realidad.
Cuando al abrir los ojos me veo sonriendo.
Cuando en el aire se desvanece rápidamente mi vergonzoso cantar.
Es en todos esos momentos en que no estas, que me conozco a mi mismo y aprendo del bienestar en soledad.
Soledad que no es un castigo, sino otra forma de amar. Quizá las más fuerte, porque una vez que te acostumbrás, cuestionás la luz de los otros que vienen y van.
En cambio uno está siempre.
Solo falta salir del cascarón, de las oscuras ideas, y respirar la paz.
La paz que ya tenemos, sin necesidad de un amado, que parece tan lejano como los médanos del mar.
Te veo, pero sos un reflejo que viene y se va. Viene y se va.


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