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La verdadera marcha por la democracia

«No entra nadie más, no empujen por favor», se escuchaba repetidamente en las líneas de subte este último miércoles 10 de mayo. Según algunas fuentes, más de 500.000 personas asistieron a la histórica Plaza de Mayo, para repudiar la liberación de represores dispuesta por la Corte Suprema. Aunque, según palabras de Estela de Carlotto -actual activista social que perdió a su hija en el genocidio ejercido por el gobierno de facto en el año 1976 pero sin embargo recuperó a su nieto, Guido- también fue «una celebración» por el efectivo accionar del Poder Legislativo -refiriéndose a la ley que limita la aplicación del fallo, 2×1, que libera a genocidas- y por la gran convocatoria popular que puso el foco sobre la lucha por la memoria, la verdad y la justicia. Humanidad estuvo presente.

Muchos medios de transporte, entre ellos el subterráneo, se encontraban colapsados de gente. Gente que, sin banderas, capuchas o máscaras, marcharon en Plaza de Mayo para decir «Señores jueces: NUNCA MÁS. Ningún genocida suelto». Claro está que la movilización de las organizaciones sociales, los partidos políticos y los sindicatos, dio una muestra de presencia imponente. Sin embargo, se podía notar a simple vista a madres y padres, de la mano con sus hijos de alrededor 8 años, y a otros con sus bebes en brazos. Un padre fue tan patriota que llevó a sus gemelos en cochecitos compartidos. La pregunta es cómo habrán llegado sanos y salvos ante los cientos de miles de personas que venían desde la Provincia de Buenos Aires y zonas de Capital Federal.


«El pueblo, unido, jamás será vencido», cantaban


«Olé,/olé/olé, a dónde vayan los iremos a buscar», cantaban algunos participantes de diversos gremios. No faltó el famoso «Macri, basura, vos sos la dictadura», frase polémica, porque, ¿realmente estamos bajo una dictadura?

Había banderas de Chile, Perú y proclamaciones por los 30.000 detenidos-desaparecidos junto a reiterados cánticos en apoyo a las madres de la plaza.

La frase más fuerte que sonó entre los edificios que rodean la Plaza, fue «que se vayan, que se vayan», en obvia referencia a los jueces Rosatti, Rosenkratz y Highton de Nolasco. Y quedó latente el pedido de juicio político formulado por los organismos de Derechos Humanos.

Finalmente, ¿no fue ésta la verdadera marcha por la democracia? Adolescentes, parejas de adultos mayores, amigas de la tercera edad, jóvenes y niños, con pañuelos blancos en las cabezas y banderas de Argentina, expresaron su amor patriótico. En la democracia el pueblo puede elegir. Esta vez hizo prevalecer, en la calle, su reclamo por la justicia y la memoria.