A 40 años de la visita a la Argentina, en plena dictadura militar, de la CIDH, el ex canciller Jorge Taiana, lamentó que el gobierno argentino “promueva iniciativas regionales destinadas a socavar la independencia y efectividad de la Comisión y la Corte Interamericana de Derechos Humanos”. Por entonces preso en la cárcel de Rawson, a disposición del PEN, Taiana remarcó que hoy “son tiempos en que en el mundo, la región y el país se retrocede en la vigencia de derechos esenciales y crecen la discriminación, el racismo y la xenofobia, esenciales”.
En un artículo publicado en La Nación, que contiene relatos familiares, sostuvo que el arribo de la CIDH, marcó “un antes y un después de un país sumido en el silencio ensordecedor que imponía la dictadura”.
Las imágenes de esos días de septiembre – recordó – quedarán grabadas como el principio del fin del terror, de la complicidad, de la ignorancia, del no te metás”.
Otros medios nacionales también rescatan este 6 de septiembre, la llegada de la CIDH, para visitar centros clandestinos y cárceles, en forma coincidente “con un hecho futbolístico del cual (Jorge) Videla, sacaba rédito: la selección Sub-20, de la mano de Maradona y Menotti, se alzaba en Japón con el Mundial Juvenil”.
La consigna “los argentinos somos derechos humanos”, se proclamaba por el régimen mientras los prisioneros eran torturados, asesinados y tirados al mar.
Se recorrieron sitios emblemáticos (La Perla, en Córdoba y la ESMA, en la Capital Federal, entre otros), hubo reuniones con organismos de derechos humanos y personalidades de la talla de Emilio Mignone, Augusto Conte y Raúl Alfonsín.
El informe final se conoció en 1980 (se encuentra en la página web del organismo dependiente de la OEA) y la dictadura prohibió su difusión y venta en la Argentina. Igual, Mignone, familiares y militantes políticos lo hicieron circular y lo convirtieron en un símbolo de la verdad y de la importancia de recuperar el Estado de Derecho.

Las vicisitudes de esa horrible época, tuvo como protagonista clave al entonces presidente de los Estados Unidos, el demócrata Jimmy Carter, quien en 1977 envió como delegada a Buenos Aires a Patricia Derian, La tenaz funcionaria llegó a reclamar cara a cara sobre la situación a los dictadores dictadores Videla y Emilio Massera. El jefe de la delegación de la CIDH fue el jurista venezolano Andrés Aguilar,
Hubo, como en todos los tiempos, miserias y grandezas. Entre los actos deleznables, se destacó la propaganda que hacía el locutor deportivo José María Muñoz. Entre los valientes, la labor del maestro Alfredo Bravo.
Santiago Cantón, secretario de Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires y funcionario ejecutivo de la CIDH durante 10 años, manifestó que ese auxilio encabezado por el venezolano Aguilar sirvió «de jurisprudencia mundial sobre la desaparición forzada de personas».
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