El encuentro de hoy entre el Papa Francisco y el presidente de la Argentina, Alberto Fernández, dará lugar a muchos análisis. Hubo un sermón «peronista» en la misa celebrada en la cripta de la tumba de San Pedro, en el primer subsuelo de la Basílica. En el simple altar, llamaba la atención una imagen del asesinado cura villero, Carlos Mugica. Humanidad, en estos primeros momentos, resaltará que durante la entrega de los regalos, Jorge Bergoglio leyó la oración del buen humor de Santo Tomás Moro, escrita por el mártir y patrono de los políticos y gobernantes en el siglo XV.
Concédeme, Señor, una buena digestión y también algo que digerir
Concédeme la salud del cuerpo, con el buen humor necesario para mantenerla.
Dame, Señor, un alma santa que sepa aprovechar lo que es bueno y puro, para que no se asuste ante el pecado, sino que encuentre el modo de poner las cosas de nuevo en orden.
Concédeme un alma que no conozca el aburrimiento, las murmuraciones, los suspiros y los lamentos y no permitas que sufra excesivamente por ese ser tan dominante que se llama: YO.
Dame, Señor, el sentido del humor. Concédeme la gracia de comprender las bromas, para que conozca en la vida un poco de alegría y pueda comunicársela a los demás.
Así sea.


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