Es un intelectual lúcido. Peronista. Entrador. Ajado por el paso del tiempo y su renuncia a la vicepresidencia de la Nación durante el mandato de Fernando De la Rúa, por los sobornos en el Senado. Muchos apostaron por él, como líder del Frepaso, y se sintieron desilusionados porque no pudo llevar a la práctica su enriquecedora teoría discursiva, enredado en una telaraña que terminó asfixiándolo.
Se trata de Carlos «Chacho» Álvarez, a quien un amigo, sorprendió en la línea 12, vestido de sport, con unas zapatillas que dejaban al descubierto sus tobillos. Un pasajero más. Desapercibido para casi todos, menos para el periodista, que lo observó llevando un libro de Paul Krugman en la falda.
En alguna ya antigua campaña electoral, «Chacho» se subía, gasolero, a los colectivos a predicar honestidad y solidaridad social. Siempre fue bien recibido.
Hoy entabló una charla de ocasión con el colega, ocupado en despertar conciencias para cuidar la ecología y el medio ambiente, y consumir en forma responsable, como predica Francisco en la encíclica Laudato Si, sobre el cuidado de la casa en común.
Platicaron a vuelo de pájaro sobre política y economía y del ofrecimiento hecho por el presidente Alberto Fernández, para ser embajador argentino ante el gobierno de Perú.
Con el caudal que da la experiencia, Álvarez comentó que la Argentina no tiene mucho margen para nuevos fracasos. «Si no salimos ahora, durante éste período, la crisis podría desembocar en un escenario impensado y dramático», dijo palabra más, palabra menos. «Desde la 12″. Es decir, como un hincha más.
Todo sucedió en apenas 20 paradas. Es usual verlo caminar por Palermo y pararse a conversar con ocasionales transeúntes, igual que antaño trajinaba las redacciones llevando personalmente la revista que editaba, «Unidos».
Un cronista de Humanidad lo entrevistó en varias oportunidades cuando trabajaba para otro medio. Los análisis de «Chacho» eran brillantes. En una ocasión, ya en la trepada que lo llevaría al poder – en forma pasajera y desafortunada -, confesó que estaba inquieto por sus compañeros. «Nunca vieron un mango, siempre estuvieron en las trincheras opositoras, y ahora pasarán a ser funcionarios públicos», sorprendió.
0 comments on “«Chacho en la 12»”