El expresidente de Uruguay, José María Sanguinetti, se mostró pesimista en lo económico en el corto plazo y optimista en el mediano. Advirtió que las inversiones no vendrán a la región, especialmente a la Argentina, si no hay antes una estabilidad asegurada. “Hay mucha plata en el mundo, sobra, pero tiene que haber proyectos y debemos construir la credibilidad en nuestros países, lo que no excluye la diversidad”.
En una videconferencia organizada por el exministro Ricardo López Murphy, ante la encrucijada en la que lo colocó por Zoom el exconcejal por la UCR, Humberto Bonanata, quien le recordó que en algún momento había dicho que no era “hermano, sino medio hermano” de la Argentina, por no compartir “un padre” como Juan Perón, Sanguinetti tuvo una respuesta conciliadora pero no concesiva. “No quiero generar conflictos”, avisó.
Sin embargo, pese a remarcar semejanzas entre los uruguayos y los argentinos, consideró que a nuestro país “le costó mucho más su institucionalidad” desde la misma Revolución de Mayo. En cambio, indicó que el suyo se construyó a partir de la base de un proceso confederal “de inspiración norteamericana que no cuajó”.
Al final, no esquivó el planteo de Bonanata. Alabó “la dinámica y la capacidad de emprendimiento” de la Argentina. La instó a actuar de “manera complementaria” con Uruguay, al que caracterizó como integrado por una “sociedad mucho más quieta”.
Trajo a colación el fenómeno guerrillero de los años ´60 “de inspiración cubana”, que “nos hizo caer también a nosotros” para “terminar en un golpe de Estado militar”. Señaló que en el ´62 el “Che” Guevara estuvo en Montevideo y les dijo a los uruguayos: “Yo que soy un revolucionario, tengo aquí una tribuna para hablar. El gobierno me ampara. Cuiden eso. Cuando se dispara el primer tiro, no se sabe cuándo va a ser el último”.

Señaló Sanguinetti el buen diálogo que mantiene con el extupamaro y expresidente José Mujica. “Estamos en las antípodas, pero dentro del mismo sistema, nunca cortamos la relación”.
Al abundar sobre el peronismo, dijo que es un fenómeno complejo. Refirió que el reformismo social fue tardío en la Argentina, donde el radicalismo tuvo muchos inconvenientes y el gran movimiento justicialista “tuvo un ingrediente de revancha y autoritarismo”, con un contenido de “legítimas reivindicaciones”.
Pidió preservar “el ejercicio democrático” y abogó para que la Argentina de “la gran batalla de la institucionalidad, de la que deriva el resto”.
Apuntó que para que haya créditos, primero los argentinos deben traer su dinero del exterior, para alimentar “el brío y la potencialidad” que tiene el país, a diferencia de Uruguay que en su criterio “es más dependiente”.
Auguró momentos muy difíciles para la post pandemia, porque saldrán a relucir “urgencias básicas” dado que en el fondo (ironizó con “el gran modelito”de Chile) “hay un fuerte sustrato de resentimientos”.
Llamó a “prestigiar la política” como una tarea a favor del “bien común”. Dijo que en su ausencia florecen “las dictaduras” y que hay que incentivarla para “darle esperanza a los jóvenes”.
Descartó, por imposible, que puedan lograrse “unidades totales”. Expuso: “Lo que tiene que haber son coincidencias básicas, con las divergencias necesarias y administrarlas de modo de no sacudir el cimiento. Con las mismas reglas para todos, en la misma cancha, disputando allí, con los mismos árbitros”.
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