Por Gregorio Dalbón
Las 10 ambulancias para Diego, no fueron gratis. Se las cobraron junto con la prepaga. Como le cobraban todo. Como el alquiler de sus casas, que subían el precio automáticamente cuando sabían que eran para él. Lo comparan con el caso Abigail. Al padre de Abigail no le permitió el paso un policía. Una bestia. Un ejemplo más de lo que no debe ser.
A Maradona no le perdonan ser negro y villero. Es tan ridículo ver los esfuerzos desmedidos de los detractores y odiadores tratando de convertirlo en una cuestión moral, como si los que escribieran fueran los guardianes de la moral.
Levantan sus indignadas voces reclamando distancia social, después de haber fogoneado marchas destituyentes desde el minuto uno de la cuarentena. Hicieron fiestas clandestinas, se fueron a esquiar, lo que quisieron. Sáquense las caretas. Sincérense.

Ese afán desmedido por meterse en las camas ajenas, en las narices ajenas. A Maradona todo le costó. Y se lo cobraban. Los mismos indignados de ahora y de antes.
«No me dejan entrar a Japón porque me drogué, pero dejan entrar a los gringos que les tiraron dos bombas atómicas «. Tan simple y tan claro. Genio y figura . El planeta lo llora. Acá, un minúsculo grupo de resentidos no le van a perdonar nunca el pecado más grande : haber sido peronista.


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