Quedó demostrado que es un gobierno coalición donde no todos piensan y actúan igual. No, desde el vamos, los protagonistas principales del binomio Ejecutivo: Cristina Kirchner, que propuso por un tuit ser Presidente a Alberto Fernández, con ella como Vice, cancerbera de un proyecto, en el que parecen coincidir pero hace hoy agua en la línea de flotación. No acuerdan en la instrumentación y en los modos, y se observa que la gente se queja de los políticos avariciosos que lucran con las “selfies”, se recuestan en los “antisistema” y no se detienen en registrar a los «visionarios» con posiciones “estructurales” como la continuidad estratégica de YPF en la órbita nacional.
Ayer, después de más de tres meses de ignorarse, se reencontraron en un acto público en Tecnópolis, con motivo de los 100 años de Yacimientos Petrolíferos Fiscales, cuyo primer director fue el general Mosconi, bajo el impulso del entonces presidente radical Hipólito “El peludo” Yrigoyen.
“¿Cómo no estar acá?, rompió el hielo desde el vamos Cristina, ante una platea de kirchneristas duros y albertistas, que no operan articuladamente en la administración de los intereses nacionales, como destacó la vicepresidenta, al explicar en tono didáctico, sin leer, la diferencia entre estatización y privatización. Ahí le estampó la primera caricia a Alberto: le recordó que Yrigoyen, ante las dificultades y las “zancadillas«, apeló a un decreto. Más adelante, sin mencionar la banda y el bastón de mando, al recordar la reunión – que no desaprobó -, con Paolo Rocca, de Techint y otros empresarios, espetó: “Te pido que uses la lapicera con los que tienen que darle cosas al país. No significa pelearse, ni nada, sino de exigirles algo de lo mucho que ganaron”.

Ese fue uno de los tópicos donde más puso el acento Cristina, además de dejar en evidencia dichos del exministro macrista Nicolás Dujovne, en un corto video que se permitió difundir ante la audiencia. «¡Aquí está la africana estrafalaria que le dejó una deuda de las más bajas del mundo!”, chicaneó al excolumnista de Carlos Pagni.
Sobre el problema de la deuda externa, denostó a los que provocaron el golpe en 1976, por haber pasado de un modelo industrial y de trabajo a otro financiero y de especulación.
Por supuesto, resaltó los «logros» alcanzados durante los 12 años de mandato kirchnerista, donde los salarios “crecieron 78 puntos” para luego caer “20” entre 2015 y 2019. Dijo – recalcó – lo que nadie dice en la televisión: la participación de los trabajadores alcanzó el 51 % del PBI. “No lo digo para que aplaudan”, remachó.
Soltándose cada vez más, se permitió hablarle a Alberto, sentado a su izquierda. “Gobernar es administrar tensiones y conflictos en favor de las grandes mayorías«. En ese punto, reconoció no haber podido dar una solución a la economía bimonetaria. Enseguida volvió a poner en la picota a los que “triplican sus dividendos” en la Argentina, privados y extranjeros, y luego “se los llevan al exterior”.
Aseguró que no actua con visión dogmática o ideológica, sino en defensa de la soberanía hidrocarburífera de los argentinos. No se privó de defenderse de ataques de medios como Clarín y La Nación, que en su momento la acusaron de lanzar “la fase expropiatoria” por retomar el control de YPF. “Cumplí con mi deber”, sentenció. Y tras destacar las bondades únicas de Vaca Muerta, de la construcción del gasoducto de Santa Cruz y la explotación petrolera en la costa atlántica, expresó: “El futuro se construye en el presente. No solo con apelaciones o enunciaciones. Esto no es magia”.
En ese contexto le señaló al Presidente que “hay que comenzar a exigir”. Se refirió concretamente a Rocca, cuyo “capital lo hizo en la Argentina con la siderurgia en manos estatales”. ¿Concretamente qué? Que la fábrica de chapa laminada que tiene como subsidiaria en Brasil la traiga al país, donde “ganó fortunas”. Señaló que ello incidirá en el desarrollo de las industrias automotriz, metalmecánica, construcción y artefactos eléctricos.
“Hay que sentarse con ellos, con la gente de Total, para discutir y charlar bien…no como amigos, no pidiendo ningún regalo…no haciendo meras apelaciones. Hay un deporte nacional: apoderarse de las reservas del Banco Central, sobre todo cuando hay una brecha (cambiaria) como la que tenemos”.
Alberto, agradeció las palabras de Cristina y comentó que había traído un discurso preparado, aunque también quería sumarse a las reflexiones. “YPF en manos del Estado no es garantía de nada. No todo es bueno en política…queremos (como dijo Cristina) cuidar y proteger a las inmensas mayorías, pero no que vuelva un Gobierno con la lógica de que sobran 20 millones de argentinos”.
Recordó a su “maestro” Néstor Kirchner, quien le enseñó a que “se pierde la libertad cuando estás endeudado”. Aludió a la guerra en Europa y a los contactos que mantuvo con líderes de el viejo continente, interesados en el gas, el hidrógeno verde y el litio, entre otras cosas, de la Argentina.
Dijo que uno de los mandatarios le indicó que “Argentina tiene una oportunidad maravillosa” con el conflicto bélico y le vaticinó una “gran hambruna” global. Alberto contó que contestó que es una “inmoralidad” sacar ventajas de la guerra. “Ojalá termine lo antes posible. El mundo – acotó, empero -, va a demandarnos alimento y energía y, como bien dice Cristina, hay que estar preparados para ser los proveedores: construyendo todo lo que haya que construir”. Aceptó que la Vice tiene razón al demandar “el aporte” de Techint.
Sobre el final, Alberto repitió que “hay que aunar esfuerzos” hacia adentro del Frente de Todos, para que no vuelvan “los que manejan la Argentina como una estancia propia”. Reclamó “ayuda” – ¿un paso hacia la conciliación interna? -, y reivindicó los “sueños” de Perón, Evita, Néstor y Cristina, para lograr “una Patria justa, libre y soberana”. Acotó: “Es lo que también sueño yo«.
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